El lugar es un poco hostil como de costumbre, todo está siendo alumbrado exclusivamente por una lámpara, hay pares de cajas por doquier, las paredes tiene una humedad muy marcada; El ambiente en esta pequeña bodega abandonada no es precisamente lo más cómodo del mundo, pero cómo nos han dicho, somos ratas, y como tal, un lugar así nos pertenece.
A lo lejos se escucha el ruido que hacen las olas al chocar. Y el movimiento repetitivo de la puerta al ser impactada por el viento. Es un día sin sol, lleno de nubes grises y el aviso de una tormenta.
Tengo un arma en mi mano. Es negra y pesada, algo malo está a punto de pasar.
Tengo un mal presentimiento.
Desde el momento en que me obligaron a conducir hasta Riverbank supe que no regresaría a casa siendo el mismo.
Me parece todo tan injusto. Yo no era parte de ello. Yo no era el culpable, sin embargo, era cómplice del delito.
Algo salió mal con uno de los cargamentos que llegaría para este fin de semana. Así que Alexander, Mathius, Facundo y yo, tenemos que resolverlo. La sentencia que el señor Cervantes nos dio antes de partir fue que nos obligaría a dejar de ser niños. Ni siquiera me atreví a peguntar como haría eso. Pero al ver lo que llevo ahora en mi mano, temo por lo que pasará.
—Querían pasarse de listos, y entregarnos a la policía.—Escucho decir al otro lado de la puerta.
Alguien intentó defenderse, y aclarar que ellos no habían sido los que enviaron la información a la policía. Había algo en el tono de su voz que me hizo pensar que estaban diciendo la verdad, pero yo no tenía derecho a opinar. Facundo luego de unos minutos entró y se unió a Alexander. Yo miraba a Mathius, él ni siquiera se atrevía a verme. Sentí curiosidad por saber que sucedía allá adentro, pero por algo estaba afuera.
—Él fue, yo lo vi hablar hace dos días con un oficial de policía. Él me habló del plan.
Oímos a Facundo objetar que ese chico era capaz de decir cualquier cosa, solo para no recibir su castigo. Conozco tan bien a Facundo, que noté el titubeo en su voz. Claramente la confesión del muchacho era cierta.
Segundos más tarde salieron y Alexander se plantó frente a mí.
—Véndale los ojos—ordenó Alexander a Mathius—Probaremos tu puntería con un reto—informó dirigiéndose a mí.
—¿Qué sucede allá adentro?—pregunté antes de que me colocaran la venda.
—Asuntos ya resueltos—respondió mirando en otra dirección—. No les importa que tome el abuso de meterme en su juego... es que honestamente siento que necesitan pasar al siguiente nivel.
—¿De qué hablas?—cuestioné—No necesito un arma, ni siquiera sé lo que quieres.
No me contestó. Me colocaron la venda y me hicieron caminar. Escuchaba atentamente las pisadas en la madera, y el sonido de una puerta abrirse y cerrarse detrás de mí. Me levantaron la mano que sostenía el arma y me dijeron que tuviera calma, y disparara cuando se me avisara.
—¿Qué pasa? ¿A qué voy a dispararle?
—Es una pared con botellas—Habló Facundo.
—¿Mathius es eso cierto?—Pero él no contestó.
—¡Dispara!—dijo Alexander.
—¡No!—me rehusé.
—¡Hazlo!
—¡No!—Esa vez, me quité la maldita venda y pude ver de qué trataba. Dos chicos estaban amordazados frente a mí, y mi arma estaba apuntado directo a la cabeza de uno de ellos. —¡Qué demonios! ¡No voy a matarlos! ¿Quiénes son ellos y por qué debo hacerlo?—Vi sus rostros, ellos lloraban—No voy hacer esto, de esto no se trata nuestro juego.
Escuché de pronto que preparaban un arma, y luego sentí que la colocaban en mi cabeza.
—Hazlo, o él sí te va a disparar.
—¡No soy un asesino!
Mi corazón empezó a latir muy fuerte. Miré a los dos chicos que creí mis amigos, y ellos ni se inmutaron, solo dieron la vuelta y evitaron mi mirada. Pensé en todo, en aquella vez que mi padre me dijo: "Aprende a conocer a tus amigos, y a reconocer a tus enemigos".
—Ya no es un reto, Sebastián ¡Es una orden!
Regresé mí vista al joven frente a mí, volví a levantar el arma. Contuve la respiración, cerré mis ojos... y apreté el gatillo.
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Los secretos de Harrison
Mistério / SuspenseLa vida de Sebastián Harrison comienza a cambiar el día que llega al pueblo de Belisa y su participación en un juego que al principio parecía ser muy infantil. Seis niños trazaron sus destinos al seguir las reglas de un absurdo juego de secretos, s...