Cuanta oscuridad, ni una estrella en el cielo, ni una farola encendida y un enorme silencio abrazaba las calles, y aun así me descubrieron allanando la escuela, vaya ironía.
Últimamente las cosas estaban algo extrañas, las calles se notaban más solitarias, en la zona se sentía un ambiente pesado, las personas se notaban más serias, e incluso exponían temor. Era frustrante el no saber lo que ocurría, al carecer de medios de información no estaba al tanto de los acontecimientos, todo se limitaba a simples murmullos y rumores en la escuela, solo podía preguntarme que estaba pasando, y si las cosas eran serias o pasajeras.
Mirando por la ventana en el asiento trasero de la patrulla me percate de que poco a poco empezábamos a acercarnos a la casa hogar donde vivía junto con mi hermano menor, el vehículo tan solo se detuvo enfrente de la puerta, uno de los dos policías se bajó del auto para después tan solo abrir la puerta del asiento de atrás.
-Muchas gracias buen mozo, le daría una merecida propina, pero tengo las manos algo indispuestas.- Comente con sarcasmo mientras que tan solo sentía como me jalaba consiguiendo así que mi frente chocara con el techo del auto.
-Cielos, lo siento mucho su majestad.- Me respondió en respuesta al sarcasmo que había empleado con anterioridad, era molesto, el que usaran la misma actitud que yo use para burlarme.
Me quede en silencio mientras que el oficial solo tocaba el timbre de la casa hogar, que disgusto, no solo la idea de que sería sermoneado como regaño por parte de la encargada del local, era el lugar lo que me molestaba, no lo veía como un hogar o una casa, no entendía como los demás podían verlo con tanto cariño, de no ser por los peligros del exterior supongo que me iría, pero, el estar aquí garantizaba un ambiente seguro para mi hermano menor.De un momento a otro, varias luces comenzaban a encenderse hasta que por fin la luz de la sala principal se encendió y acto seguido una mujer abrió la puerta. Su mirada tranquila y cariñosa que tenía normalmente con los niños no era nada parecida a la que en esos momentos tenia, con su pelo oscuro recogido, aquellos ojos cafés que no dejaban de juzgarme en silencio y su ceño fruncido con una mueca de molestia en su boca tan solo opto por hablar.
-Se puede saber, ¿qué es lo que hiciste ahora?- Me pregunto con un tono de molestia a lo que tan solo mire a otra parte.
-Intentaba adelantar mis tareas de la escuela, pero estos hombres me lo impidieron- Comente nuevamente con sarcasmo a lo que tan solo sentí un empujón del oficial para luego escuchar como este hablo
-Encontramos a su niño intentando entrar a la escuela. -comento con seriedad para luego proseguir.- escuche señora Any, ya es la tercera vez en un mes, si su hijo sigue con ese comportamiento...temo que tendremos que tomar otra clase de medidas.-
-Está bien, hablare nuevamente con él, sé que no tendremos que llegar a esos extremos.- Comento mientras que el policía solo me quitaba las esposas.
-Eso espero Any, como ahorita están las cosas es lo mínimo que puedes hacer para ayudarnos, ya tenemos suficiente con los disturbios en el centro de la ciudad.- Menciono algo molesto mientras se retiraba, iba a preguntarle qué es lo que ocurría pero antes de poder hablar tan solo sentí como Any me jalo haciendo que entrara a la casa, ahora si podía verla mejor que en medio de la oscuridad, una tés blanca, unas orejas pequeñas, un mentón fino, acompañado de un cuerpo delgado y una altura de al menos un metro sesenta y cinco.
En un momento tan solo se quedó mirándome para después solo suspirar mientras una de sus manos la llevaba a un costado de su cabeza comenzando masajear la sien.
-Vamos a mi oficina ahora, por favor.- Me comento con toda la calma que podía tenerme en esos momentos a lo cual sin ningún reproche comencé a avanzar por el pasillo de la izquierda hasta el fondo donde se encontraba su oficina, creo que de tantas veces en las que iba ahí podía hacer el camino con los ojos cerrados.Una vez dentro, tan solo tome asiento como siempre y después solo escuche como cerró la puerta, sin más ambos respiramos hondo, y mientras yo guardaba silencio, ella empezaba con su sermón de siempre.
-¿Cómo es posible Alexis, que acaso no piensas claro?, ¿porque lo haces?, ¿por qué demonios tienes que meterte en problemas?-comento alzando cada vez más la voz.
-¿Acaso lo que les he dado a ti y a tu hermano no es suficiente?, ¿quieres seguir metiéndote en problemas como antes de que los encontrara?, no fui una buena madre para ti en este tiempo-
Sus sermones, sus palabras no me herían, después de lo que paso en la calle era raro que llegara a llorar, pero el hecho de que se proclamara mi madre me molesto y solo la mire fijamente, mi mirada cambio de indiferencia a enojo, era por eso que no soportaba ese lugar, porque ella se creía nuestra madre, no lo soporte y sin más explote.
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Kyodai: los hijos de nadie
Science FictionCon una guerra que amenaza con acabar con gran parte de la humanidad, y con la amenaza de armas biológicas experimentales, dos hermanos huérfanos, tendrán que enfrentarse en esta dura travesía por sobrevivir, consiguiendo y perdiendo aliados en el...