Capitulo 18. Sin control

21 1 0
                                    

Luego de caer inconsciente, recuerdo aparecer de pie en un cuarto, similar a aquellos espacios oscuros en los que ya había estado, salvo que este, tenía unas paredes totalmente blancas, tanto que, si las mirabas mucho tiempo, podría jurar que emitían luz de ellas. Me quedé en silencio unos minutos, pensando en lo que acababa de suceder, en que quizá nunca volvería a ver a mi madre, nunca volvería a tener una vida normal, me llenaba de remordimiento el solo pensar en lo que les harían a los chicos si los capturaran, quiero decir, ellos ya sabían nuestras debilidades y, al parecer, estaban dispuestos a explotarlas.

Toda aquella sensación de impotencia comenzó a convertirse en un odio profundo, de solo pensar en lo que harían con Madeline, la convertirían en un arma. En mi mente veía la imagen de su rostro, increíblemente perfecto, aunque desde el fondo de su corazón se sentía tan triste que, accidentalmente una lagrima se escapó por sus ojos marrones. La sola imagen en mis pensamientos provocaba, lentamente una ira intensa.

―! Déjame despertar, imbécil ¡―dí un grito desde lo más profundo de mi estómago, sabiendo que, de todas maneras, nadie escucharía. Entonces vino a mi mente, las noticias que escuchaba cada mañana antes de ir a la escuela, asesinatos, corrupción dentro del gobierno, los millones de muertos que habían dejado los carteles mexicanos, las familias que habían destruido y ahora, yo mismo me enfrentaba a ellos, aunque, por primera vez, no sentía miedo. Tenía mucha...tenía mucha ira.

―! Si sales ahora, con intenciones de asustarme, te juro que te partiré por la mitad ¡―Grité, fastidiado por el ser extraño que me había estado atormentando. Intenté golpear las paredes con todas mis fuerzas, pero...nada.

Luego de un tiempo, me cansé y me puse de rodillas frente a la pared, desesperado. El piso y las paredes comenzaban a tomar color, colores extraños, me tomó un tiempo descifrarlos, pero pronto descubrí que en realidad era una sola imagen que, daba la sensación de llevar puestas unas gafas de realidad virtual.

― ¿Soy...yo? ―me sorprendí al observar que era...mi cuerpo, esposado a la misma silla metálica, inclusive pude observar al hombre de las gafas oscuras mientras llamaba a un equipo a recogerme.

―Limpien este desastre y, llamen a informática para que reanuden su trabajo― le ordenó a un chico de limpieza, joven e inexperto mientras un hombre alto con uniforme de la policía federal entraba en la habitación.

―Patrón, los chicos ya salieron, "fuerzas especiales" lo ha acorralado, parece que se van a rendir. ¿Lo hacemos o no?

―Aún los necesitamos, pero si se resisten. Tirar a matar

El "policía" se retiró de manera apresurada, aunque, tan solo de escuchar esas palabras mi cuerpo se estremeció, aunque sentí la manera en que mis dientes crujían, me sentía traicionado. Aunque, me había concentrado tanto en la charla del hombre de gafas que no advertí que mi propio cuerpo comenzaba a emanar un aura oscura.

― ¿Se...señor? ―balbuceo uno de los asistentes que se preparaban para llevarse mi cuerpo, pero al verlo, su cara se había vuelto tan pálida, que fácilmente podría confundirse con el color de la nieve.

Todos los que se encontraban en la habitación se paralizaron de miedo al voltear, no sabía muy bien lo que estaban observando, pero incluso yo comencé a sentir un poco de pánico al observar la manera en que, al tirar de sus muñecas había roto las esposas, como si fueran de papel. Al retirarlas observó su muñeca derecha, la cual, para mi sorpresa, tenía las palabras grabadas: "tú eres mío", las miró un rato, como si supiera que yo estaba aquí e intentara enviar un mensaje, aunque parecía, en realidad, una amenaza.

Me sentí presionado, sabía que algo muy malo estaba a punto de suceder cuando el hombre de gafas oscuras sacó de su sacó una pistola 9mm, disparando contra mi cuerpo. Palidecí al escuchar el sonido de los disparos, nunca antes había escuchado un sonido así, tan desgarrador. Inconscientemente, cerré los ojos unos segundos, pensando que había muerto a causa de las balas.

SingularidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora