―! Marco, escúchame, tienes que escucharme ¡―intenté llamar su atención, gritando a través de mi garganta y por mi mente, emanando un grito de auxilio.
Al fondo de un largo pasillo principal, se llevaba a cabo la batalla. Daniel tomó todas las armas que tenían sus atacante y los golpeaba a uno a uno a una velocidad increíble, Fátima no se molestaba, sabía que no podía ser flanqueada, pues se regeneraba más rápido de lo que la dañaban, Barry incrustaba sus manos en sus extremidades por un momento, lo suficiente para cortar su circulación y se desvanecieran, Moisés lanzaba sus rayos eléctricos con la carga suficiente para lograr paralizarlos, Roberto intentaba limitar su fuerza al atacarlos cuerpo a cuerpo, Madeline no peleaba, aunque si podía, se abalanzaba contra ellos desde el aire, al menos eso evitaba la mayor parte del daño, mientras que Jorge y Marco, liderando al grupo, Jorge abría el camino, atrayendo a todos los agentes a las paredes mientras que Marco intentaba dirigirlos fuera de los pasillos sin salida.
Ninguno de ellos imaginaba lo que se encontraba detrás de ellos, el monstruo al que estaban a punto de ver cara a cara, cuando todos se percataron que un familiar tono de voz se alzaba sobre sus pensamientos.
―Leo, Leo, ¿eres tú? ―respondió Marco al escuchar mi llamado.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro al escucharlo. ―Sí, soy yo. Deben irse lo más rápido que puedan―advertí al observar que aquel monstruo daba pasos pequeños y se aproximaba con lentitud, como si estuviera a punto de disfrutar el momento.
―No nos iremos sin ti, amigo―respondió Roberto, uniéndose a la conversación.
―! No, lo digo enserio, Huyan del monstruo tras ustedes ¡―Contemplé con horror y desesperación que, aquellas advertencias se habían vuelto inútiles cuando el monstruo desapareció y apareció frente a ellos con una sonrisa macabra en el rostro.
―Ya es muy tarde, guey―maldije colocando mis manos encima de mi rostro, cabizbajo.
―E....e.... ¿ese eres tú? ―preguntó Barry, mientras su piel palidecía.
Los agentes de seguridad privada que quedaron tras el monstruo, de inmediato arremetieron contra él, disparando ráfagas de tiros a su espalda.
―Molestia―aludió el demonio antes de extender su mano ante ellos y emanar de ella un rayo negro, como si fuera hecho de oscuridad pura. Aquellos honorables hombres que, quizá nos hayan atacado, pero no merecían ser vaporizados al instante, sin siquiera decir "adiós".
Tras este hecho, quedaba claro que el monstruo podía matarlos a todos sin ninguna molestia...pero el depredador desea jugar con su comida.
― ¿Alguien más acaba de mojar sus pantalones? ―bromeó Barry, utilizando el humor para disfrazar su terrible miedo.
―No es hora de tus chistes malos, payaso―respondió Jorge al caminar al frente de todos y armarse de valor para dar el primer ataque.
Intentó comprimir al demonio dentro de un campo gravitacional, utilizando toda su fuerza logró generar 100 G de fuerza gravitacional.
―Patético―comentó el demonio antes de salir de aquel campo como si nada hubiera sucedido.
―Respecto a lo que acordamos de no matar a nadie. Esta cosa no es un humano y estoy seguro que intenta matarlos―dije mientras recordaba la manera en que murieron vaporizados esos hombres.
― ¿Pero es tu cuerpo, no te asesinaríamos a ti también? ―preguntó Moisés.
Roberto, sin pensarlo demasiado, entró en la pelea. ―Tendrán que idear un plan, rápido. Quien tenga las agallas, venga conmigo―añadió.
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Singularidad
Ciencia FicciónLeonardo, un chico tímido e introvertido de tés morena, cabello alborotado, cuerpo atlético y un gusto nato por el universo y el mundo científico se encuentra perdidamente enamorado de Madeline, una joven inteligente, tímida y con un gran gusto por...