XII El poder divino

3 1 0
                                    

-¿Don-donde estoy?

-¿Abi? ¿Qué haces tú aquí?

-¿Abasi? ¿Dónde estamos?

-Estamos en el palacio de mi hermana. En el 7º calabozo, más concretamente.

-Ah... ¿Y cómo salgo de aquí?

-No es tan fácil. Para empezar, hay una campo de fuerza que rodea el único portal que comunica tu dimensión con esta.

-¿Y cómo se destruye el campo de fuerza?

-Hay que romper el cristal oscuro que hay en el salón del trono.

-Bien, pues iré, lo romperé y volveré al creciente.

-Que ingenua. Esta rodeado de guardias.

-Bueno, y entonces, que me sugieres hacer.

-Bueno, lo mejor sería esperar...

-Shhh. Calla un momento.

Como si de magia se tratara, Abi rompió la puerta del calabozo, y justo después, libero a los elegidos de Ra. Rápidamente, fueron hasta el salón del trono para que Abi pudiese romper el fragmento. Por el camino, se encontraron con innumerables monstruos, como, por ejemplo, un cancerbero y un chacal.

-Uf, ¿Ha costado, eh?

-Sí, pero lo hemos logrado gracias a ti, Abisai.

-No lo habría logrado sin vuestra ayuda

-Jijijijjijijijijijijijijijijijijijijijij. No cantes victoria tan pronto chiquilla.

Todos reconocieron esa voz al instante. Era ella.

-Vaya vaya. Veo que has conseguido salir Abasi.

-Es increíble que te hayas pasado a este bando Daus.

-¡Cállate!

-Abisai, corre a por el cristal oscuro. Nosotros la detendremos.

-De acuerdo. Muchas gracias.

Abi corrió sin mirar hacia atrás mientras oía a los elegidos de Ra gritar. Rompió el cristal y, sin pensárselo dos veces, cruzó el portal al creciente.

***

"Tengo que darme prisa" Pensó Abisai.

Rápidamente, ensilló su caballo, cogió el libro de los espíritus y cabalgó hasta la pirámide de Keops.

Al llegar allí, subió hasta la cima con el libro, y recitó el conjuro.

O di noster omnipotens. Da mihi potestatem spirituum finire nisi orbes

Como si de magia se tratase (de hecho, era de lo que se trataba), un haz de luz nació de la punta de la pirámide.

Cuando el haz de luz alcanzó el cielo, un orbe descendió de los cielos.

-¡Aquí estas!

-Esta vez no me detendrás, Daus.

Antes de que Daus pudiese percatarse de lo que estaba sucediendo, Abi recogió la esfera.

Esa esfera era el poder de los dioses, el poder divino. Esa esfera era el poder mágico con el que se venció a la abuela de Daus. Ese poder era el pilar fundamental del reino de la luz. Ese poder, era el Clasocade.

ClasocadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora