IX El otro extremo del hilo

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-¡Eso es una locura madre!
-¡Abisai!¡Te prohíbo que vuelvas a gritarme!
Abisai acababa de recibir la noticia de que ella iba a dar el golpe de gracia en la guerra entre Mesopotamia y Egipto.
-¡Lo harás, y no hay más que hablar!
Abi no quería hacerlo, pero se le ocurrió un plan.
-De acuerdo, lo haré -Dijo ella refunfuñando- pero a cambio quiero que dejéis de planear mi boda con Pítico. Me merezco algo más que un consejero.
-De acuerdo. Dijo su madre
Rápidamente, Abisai fue a su cuarto a redactar su plan, el cual consistía en ser una especie de agente doble. Saldría por la mañana, pero antes quería ir a un lugar. Aquel lugar era un "templo" que había construido ella en la ribera del Tigris para ella. Era un lugar al que ella iba cuando necesitaba estar sola y reflexionar.
Les preguntó a sus padres si podía salir a dar un paseo, y ellos asintieron con la cabeza. Rápidamente, montó en su carruaje y llegó a su templo en diez minutos. Se quitó toda su ropa, y se quedó únicamente con una túnica blanca. Se metió en el agua y empezó a pensar en su plan. Antes de darse cuenta, ya era la hora en la que los muertos conectan con nuestro mundo. La hora del Crepúsculo. Abi volvió a ponerse la ropa, y cuando se disponía a subir a su carruaje, sintió que alguien estaba cerca.
-¿Q-quien anda ahí?
Abisai sintió el viento detrás de ella. Al instante, un escalofrío la recorrió de los pies a la cabezas, y sintió un impulso de salir corriendo, mas algo la detuvo.
-Quieta. Dijo una voz tenebrosa de un origen desconocido
-¿¡Que quieres de mi!?
-Eso depende... ¿Qué es lo que quieres tu?¿Quieres ver a tu amado?
Abisai se quedó perpleja. No sabía quiénes eran esos espíritus, ni como sabían lo de su relación con Suad, pero tenía clara una cosa. No pensaba moverse de allí.
-Eso es, quiero ver a mi amado.
-No cuela. Ahora te quedas sin nuestra ayuda, por mentir.
Abi dejó de sentir esa presencia espectral al instante, y, rápidamente, subió a su carruaje. Al llegar a palacio quedaban 5 minutos para la cena, así que subió a su cuarto a cambiarse. Durante la cena, repasaron el plan, y, a la mañana siguiente, Abisai partió hacia Egipto.
Fue un largo viaje, y ella estaba deseando encontrarse con su amado, pero al llegar vio algo que la dejó desconcertada. Vio a mucha gente en la lejanía. Suad y su padre estaban de pie. A Abi le extrañó que la madre de Suad no estuviera, pero lo único en lo que podía pensar era en Suad, y cuando él se echó a llorar, ella lo entendió todo. La madre de Suad había muerto. Ella empezó a llorar, pues comprendió que esa guerra iba a tener un trágico final. Cuando terminó de llorar, vio que alguien clavó su mirada en ella, y, al instante, se desmayó. La razón por la que se desmayó era por que la persona que clavó su mirada en ella no era otra persona que Suad.

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