Capítulo 11

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A ver, dejemos algo en claro...yo no tengo la culpa. Es esta ciudad y lo mal que tiene los carteles de las calles. Además, la zona es nueva. Cuando yo morí no estaba, o al menos nunca pasé por aquí. ¡Pero es fácil! Debemos estar a punto de llegar.

—¿Sabes? Ya escuché la voz del hombre que vende globos —comenta molesta, apartándose los cabellos de la frente, que se le pegan con el viento— ¿No era que sabías cómo ir?

No, no sabía... SÉ cómo ir, sólo debo orientarme.

—Cállate, es por aquí—. La llevo de nuevo, esta vez hacia la izquierda. ¡Ja! ¿Perdido? Vamos, las carreras y los atajos son lo mío (bueno, me pisó un camión por eso, pero no importa).

El sol está un poco más bajo, y digamos que mi estómago empezó a reclamar alimento (el muy maldito se acostumbró a comer). Gruño y veo a ambos lados antes de cruzar...y llevarme a la ciega conmigo. Es un fastidio, debí estar bien drogado cuando acepté formar parte de esta mugre.

Después de atravesar unas cuantas cuadras me siento en la banca de un local y busco uno de mis cigarros... Por los mil demonios, ¿dónde están?

<<Mis regalos no duran para siempre, muchacho>>Genial, debo tener cara de baño público, porque ahora son tres ángeles los que me cagan la cabeza.

—¿Eres tan tacaño que no convidas más? —Ruedo los ojos.

—¿Qué dijiste? —Cierto, ella me oye, otro fastidio más a la lista.

—Nada —. Y no preguntes.

Tuerce la boca y se pone de pie, avanza tres pasos hacia la calle. ¿Qué hace? ¿Se quiere matar? Mejor espero a que esté más cerca, así gano puntos.

<< ¿Y pretenden que alguien como tú suba? El viejo perdió la cabeza>> Se ríe incrédulo.

<<Eso mismo digo, pero no me jodas, no quiero hablar>>

<<Oh...¿se ofendió el niño?>> Antes de que pueda abrir la boca y soltar mierda suya, continua <<Me dijeron que te avisara...>>Y no cuenta, es obvio que le encanta hacerse el imbécil, y le sale excelente.

<<¿Qué?>>Suelto de mala gana.

<<Que tienes menos puntos>> El desgraciado se ríe como princesa. ¿Escuché bien?

<<¡¿Y AHORA POR QUÉ?!>>Claro que escuché bien, todo lo que sea malo recae en mí. Apuesto que el día que nací el Diablo ya estaba aplaudiendo.

<<Déjame ver...te propasaste con una jovencita,>>ruedo los ojos... ¡Sólo le toqué el culo! Ni que la haya violado en la esquina <<empezaste una pelea entre dos muchachos vulnerables>>Que no me haga recordar la cara de peleles que tenían... ¡Espera!

<<¡¡Se estaban burlando de ella!!>>Busco a Ángel con la mirada para recontra señalarla como evidencia y...no puede ser.

Ella habla con alguien.

Ese alguien detuvo un taxi...

Ella agradece y se sube en el taxi...

Está pagándole al jodido taxista, con dinero.

Y todavía se da vuelta en el asiento.

—¡Eh!, ¿vienes? —Grita por la ventanilla.

Cierro la boca (sí, me afectó) y me meto en el coche con los ojos como el dos de oro.

<<Si quieres seguimos esta conversación cuando se te quite lo embobado>>Comenta. Alzo mi dedo medio hacia el cielo y no despego la vista de la enferma mental que tengo al lado.

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