Capítulo 15

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¡BUENAS NOCHES! ¡FELIZ NAVIDAD! Ah... ¿No es navidad? ¿Y por qué no me avisan? Ni sé en que año vivo XD. Ok, vamos a lo importante: 1) ¡Muchas gracias por el apoyo! No sé qué haría sin ustedes ^^. 2) Estoy de vacaciones, lo que significa más capítulos, más lectura, más actividad... Teman._.  3) Lo emocionante está por venir (ay, chica, ¿te parece? Lo estoy esperando desde la tapa :v). 4) Justo cuando pensaba qué clase de demonios quería en esta historia, llegó a mí la imagen. Es EXACTAMENTE lo que estaba buscando OUO, ¿qué les parece? (La canción que viene con ella se llama "Despicable") Eso sería todo, mañana seguiré publicando, si el Internet me lo permite. 

¡Saludos desde mi rincón! :D.


A la mañana siguiente, desperté con dolor de espalda (estúpido piso duro) y de estómago. Pensé que sería algo que había comido, sin embargo, cuando el teléfono sonó, entendí que no se trataba de nada parecido.

El viejo tuvo un accidente.

—Cálmate, ¿quieres? —Me pongo a su lado y la ayudo a guardar ropa en el bolso— Te dijeron que estaba bien —sólo se había golpeado un poco. Igual entiendo su estado, los accidentes de tránsito parecen perseguir a la familia. Ella sigue metiendo cosas, desesperada.

—No puedo, tengo que asegurarme de que sea verdad y...—su mano llega a la lata roja— ¿Qué es esto? —Maldición— Sombra, ¿qué es? —Abre la tapa con algo de esfuerzo y mete los dedos dentro, sorprendiéndose— ¿Es dinero? ¿Qué es todo esto? ¡Dime qué estoy tocando! — Esta chica se va a quedar trastornada si no hablo, estoy seguro.

—Es...bueno —me rasco la nuca—. Sí, se trata de dinero. Es de tu padre.

—¿Cómo lo sabes? —Levanta la mirada, sumamente impactada— ¡¿Estuviste aquí?!

—¡Buscaba un cargador! —Alzo las manos, defendiéndome. Seh, no es la mejor excusa del mundo, pero es cierto.

—¿Y este papel? —Me reclama como esposa molesta. Espera, loca, que yo no tengo la culpa de nada.

—Habla de una cirugía para recuperar tu vista.

Sostiene el documento entre sus manos y lo presiona un poco.

—¿Por qué no me dijo nada? —susurra para sí, luego vuelve a recriminarme— ¿Por qué no me dijiste nada?

Frunzo el ceño:

—No iba a meterme.

—¡Pero si te metes en todo! —Se pone de pie, llevándose el bolso con ella— Te metiste en mi casa, te metiste en mi cama, te metiste con mis cosas, ¡metiste un gato! ¿Y no puedes decirme algo tan importante?

—Ya, mi límite son los asuntos familiares —¿Qué quiere? Si su padre no le avisa, no es mi problema.

El taxi nos está esperando afuera, y menos mal, porque no aguantaría sus quejas por más tiempo. Niña desquiciada.

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Llegamos al hospital de un tirón, su padre ya está despierto y muy preocupado, esperándola en la sala de recuperación.

—Papá, me asustaste mucho —se tira sobre su cuerpo, liberando berreos infantiles. Así que estaba asustada en serio.

—Lo siento, cariño —le acaricia la espalda— sólo me chocaron de atrás, estoy bien.

Siguieron conversando de no sé qué cosas, porque yo me quedé fuera de la habitación

Aclaré, las tonterías de familia y yo no nos llevamos bien.

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