—Está bien,gracias,muchasgracias...—alguien tiene la voz quebradiza y no me dejadormir, maldición. Pruebo cubrirme con la almohada, pero entoncesrecuerdo dónde estoy, y más importante, ¡por qué! Me levanto degolpe y olvido que el sofá era estrecho, cayendo a un lado en un golpesordo.
Ángel suelta una risa suavemientras se desplaza con precaución hacia dónde estoy yo.
—¿Te caíste?...linda formade despertar.
—Contigo aquí cariño, porsupuesto que lo es—. Sonrío de costado.
Ella se cruza de brazos yaparta la cara. Hoy está mucho más presentable, usando una playeraajustada rosa, unos jeans celestes y unos zapatos deportivos. Elcabello lo tiene atado en una coleta floja y desordenada...másaspecto de domingo casual no puede tener.
—Haré de cuenta que noescuché eso...tenías razón, me llamaron los del ordenpúblico, podrán traer su cuerpo dentro de media hora.
—¿Ves, qué te dije? Todoarreglado, ¿vamos a desayunar? —Me froto las manos animoso y voy a lasescaleras.
—¡Eh, espera unsegundo!, primero; papá está por llegar en cualquiermomento, segundo...dije que solo te quedarías un día, así que no tepases de listo.
Ruedo los ojos y en treszancadas me le pongo al lado y la tomo por la barbilla para que sepahacia donde dirigir la cabeza.
—Oyeee —coloco mi boca en suoído—, no pensarás echarme así como así, ¿verdad? —envuelvo mi dedoen un mechón de cabello que quedó fuera de lugar y juego conél...huele a coco, humm, no lo esperaba.
Ella se pone nerviosa, lo sépor como le tiemblan las piernas y traga saliva...¿tan amenazadorsueno?, ¡qué bien!
—Pues si tú no te vas, ya teechará papá. Y afortunadamente él sí puede apreciar tu mal aspecto.
—¡Ja!, quiero ver que lohaga...y, ¿cómo sabes que aspecto tengo? —arqueo una ceja, interesado.
Presiona los labios, algo medice que abrió la boca de más.
—El que no pueda ver noquiere decir que sea una inútil...tienes un leve aliento a alcohol ytabaco, y tu cuerpo es claramente mucho más grande y alto que elmío, obviamente desprendes peligrosidad —. Encoge sus hombros menudoscomo si fuera el comentario más normal del mundo.
—Ah —sonrío— ¿y no te doymiedo? —Avanzo y ella retrocede automáticamente.
—La verdad es queno—. Continúa retrocediendo a medida que me acerco hasta que se topacon una de las repisas.
—Pues tu cuerpo da a entenderotra cosa... —deposito mis manos a cada lado de su cadera—¿ahora metienes miedo? —Llevo la boca a su cuello y susurro desdeahí— Vamos, solo dilo.
Su cuerpo entero se crispa yveo como los dedos se le envaran, listos para actuar.
—¿Aprovechándote de una novidente? Idiota —. Intenta darme una bofetada (sí, esta chica me adora)pero le retengo la mano con fuerza y se la estampo contra larepisa, haciendo vibrar los libros.
La piel se le torna algoblanca y entreabre los labios, pasmada:
—¡Suéltame ahoramismo! —Comienza a forcejear y retorcerse.
En eso la campanasuena, revelando a un hombre bastante grande cubierto por un gorrolanudo.
—¡Papá, qué bueno quellegaste!, ¡sácalo de aquí por favor ! —Me aparto divertido, la quese le va a armar cuando sepa que su padre no puede verme (tal vezpiensen que soy un idiota, pero solo lo hacía para asustarla...en sumayor parte).

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Infierno
Novela JuvenilÁngel es una chica que quiere verlo todo, y él, un idiota dispuesto a ayudarla. ¿Por qué? Para sumar puntos...y ganarse el cielo.