Epilogo

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EPILOGO.

POV Katniss.

Tres años después.

El pequeño Ian corre lo más rápido que sus piernecitas le permiten para alcanzar a Peeta que al final se apiada de él y se deja caer sobre el césped. Los dos se echan a reír con tanta felicidad que llegan a contagiarme. Estoy tentada a abandonar mi lugar en la banca del parque pero quiero que ellos dos tengan su tiempo a solas.

Casi como si leyera mis pensamientos Peeta se levanta con el pequeño en brazos para llegar hasta mi lado. Ian no pierde tiempo en lanzar sus bracitos al rededor de mi cuello y besar en repetidas ocasiones mi mejilla.

—Hola corazón— lo saludo mientras lo siento en mi regazo y lo lleno de besos—. ¿Tu hermano ya se cansó de jugar?

—Peeta dijo que te extraña— el hermanito de mi novio me susurra y después cubre su boca con sus manitas para reírse.

—Ay ese hermanote tuyo, es un exagerado— le guiño un ojo a Peeta que finge tener un puchero, niego con la cabeza y beso sus labios—. Y no soporta una bromita.

—No es mi culpa que este pequeño tenga demasiada energía— mi chico de ojos azules posa uno de sus brazos sobre mis hombros y me acerca más a su costado.

— ¿O es que ya estas viejito?— recargo mi cabeza en su hombro mientras rio abiertamente.

Peeta toma a su hermano en brazos y lo pone sobre sus hombros tal como le encanta a Ian que comienza a reír y tirar del cabello de mi novio.

—Hey amigo, ya hablamos de esto— me pongo de puntitas para ayudarlo a liberar su cabello de las manitas del pequeño—. Gracias, linda.

—Cuando lo necesites— Peeta se inclina y me besa ocasionando que Ian haga sonidos como si lo que viera le diera asco, obviamente eso solo ayuda a que nuestro beso se prolongue más.

Terminadas las muestras de cariño tomo el brazo que Peeta me ofrece y regresamos a la casa de que su madre y Haymitch. Ellos decidieron mudarse a una casa nueva después de la boda en donde tendrían más espacio una vez que naciera Ian. Peeta estaba absolutamente incluido en los planes, pero una vez que comenzó con sus prácticas profesionales en un importante despacho de abogados contempló la opción de quedarse en la que era su casa y hacerse cargo de los gastos, después de todo, el sueldo que le daban era más que aceptable. Pero Effie y Haymitch estuvieron de acuerdo siempre y cuando Peeta los dejara apoyarlo con algunos gastos.

Con el tiempo consiguió un contrato fijo para la firma y su estabilidad económica le permitió independizarse completamente. Una vez que lo logró me planteó la posibilidad de vivir juntos. Teníamos casi dos años de relación y era un buen momento para dar ese paso, así que no me costó mucho aceptar su propuesta. Aunque para ser sinceros parecía que solo íbamos a su casa a dormir ya que por las tardes y momentos libres nos encargaba de cuidar a Ian mientras Effie terminaba su turno de medio tiempo en el hospital.

—Mejor baño a nuestro amiguito antes de que mamá llegue, no queremos que nos regañe, ¿Cierto Ian?— Peeta dejó en el suelo a su hermanito y no pude más que coincidir con él. El pequeño Abernathy necesitaba un baño urgentemente.

—Vayan mientras preparo un bocadillo— acaricio los rizos rubios de Ian y lo beso en la frente— ¿Quiere manzana verde el señorito?

— ¿Puedo comer clema de cucuhuate?— veo como Peeta lucha por no reírse de la forma tan peculiar de hablar de su hermano.

—SÍ, crema de cucuhuate para todos— mi novio besa mis labios antes de salir de la sala principal con dirección al baño.

No pierdo tiempo así que de inmediato voy a la cocina para preparar la manzana y la crema de cacahuate que pidió Ian. Si Effie se enterara que cumplimos los caprichos de su pequeño, estoy segura de que pensaría dos veces la opción de dejarlo con nosotros pero a veces es imposible negarle cosas, sobre todo teniendo en cuenta que heredó los hermosos ojos azules de su hermano.

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