Acto 1: Victra, la Asesina

509 7 5
                                    


¿Alguna vez has viajado a Argos, oidor? Existe una ciudad importante al norte, es la próspera Pilaia, sus edificaciones de piedra y las catedrales dan testimonio de su ferviente fidelidad a la Iglesia. En ella se orquesta esta aventura, pero no pienses en Kushistán y su aburrida guerra. La presión bélica todavía no ha llegado a sus murallas.

Aun así, hay una poco usual actividad en las calles hoy, pues están abarrotadas de forasteros. Hombres fornidos, y equipados con armamento de mala factura, se emplazan por todas partes, discutiendo y hablando animosamente bajo la luz del atardecer. Entre sus estrechas calles se oyen las risas guturales de los novicios, contrastados con la frivolidad de los veteranos de guerra que ya no sonríen a nada, excepto a las mozas que llenan sus jarras.

Pero no es su charla la que me llamó a este lugar. Estas calles esconden una posada taberna, a ella debemos abarcar nuestra atención. El ambiente de esta posada de mala muerte no es distinto: cada poco tiempo se abre la puerta avisando de la llegada de nueva clientela o de la salida de algún guerrero borracho, que tratará de hallar refugio en algún establo porque se ha gastado hasta la última moneda en cerveza. Todos dentro están ardiendo en deseos de librar la gesta del día siguiente.

Pero subiendo las escaleras están los huéspedes más distantes de este gentío. De hecho, acuclillada en la esquina más alejada, de la habitación más pequeña y alejada que tenían disponible, está una joven de cabellos plateados y piel blanca como el mármol. La luz del atardecer se cuela por la pequeña ventana, que es apenas lo suficientemente grande como para dejar pasar a alguien con su delgada y pequeña complexión.

Lleva una desastrada capa oscura, bajo la cual se oculta su equipo. No se ha quitado, ni siquiera, su cinturón. Ahora mismo está retozando, pero no ha dormido realmente, todos sus músculos están preparados para saltar al mínimo ruido de peligro. El tiempo le ha enseñado que es necesario descansar siempre que pueda, para mantener sus fuerzas al máximo, pero a su vez nunca debe bajar totalmente la guardia.

Si no hacía mal las cuentas no había dormido realmente desde hacía años, y fue exclusivamente porque quedó inconsciente. Un salto torpe durante una persecución, aunque trató de aterrizar dio de lleno en una rama y perdió la estabilidad. Nunca supo si la dieron por muerta o simplemente corrió con la suerte, o desgracia, de que no la encontraran. Lo único que sabía es que seguía viva y que de ahí en más evitaría repetir la experiencia, las secuelas habían mellado su capacidad de salto así que no era bueno tentar una vez más a la suerte.

(Ya va siendo hora.) Ese pensamiento fue como un interruptor, y la joven de cabellos de plata se levantó del piso con ligereza y cautela.

Se concentró un momento en su entorno. Las carcajadas de esos ineptos luchadores llegaban hasta esta habitación, pero no detectó nada de lo que debiese preocuparse. De hecho, era una suerte que estuvieran aquí, su físico foráneo solía llamar demasiado la atención pero todos pensarían que era solo otra contendiente más del torneo del día siguiente. O la ramera de algún fulano, que la había traído para darse gusto mientras acababa sus negocios políticos. Daba igual, cualquier tapadera era buena.

Sacó un sobre de entre los pliegues de su capa, y lo abrió. Un mapa de la mansión que se alzaba al otro lado de la ciudad venía entre los papeles, el retrato de su objetivo y las señas por las que lo reconocería. Un último papel hizo que la joven arrugara el morro notoriamente, mostrando fría ira.

"Cuento contigo, Victra."

(Malditos descuidados. Si no fuera tan importante, hubiera degollado al mensajero y me hubiera ido de esta apestosa madriguera de supersticiosos y ruidosos campesinos.) La asesina recordó una vez más al descuidado muchacho que la llamó ominosamente cuando llegó al lugar acordado. Tuvo que contenerse para no disparar su ballesta e irse.

Anima: Beyond MemeversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora