— Buff. Vale, basta, no puedo más, por favor...
Un hombretón, de grandes músculos y alta estatura, solloza en la arena del suelo, su armadura de placas ligeras abollada en distintos puntos. La espada que había traído consigo está lejos de ellos, pues Hilda la había rechazado con una fuerza brutal en una finta anterior. Mira con terror a la luchadora con piel de dragón, que se halla de pie frente a él, rezumando ira por todos sus poros.
— ¡¡Víctor se retira, Hilda gana esta ronda!!
El árbitro anunció la victoria sobre el último competidor, mientras un coro de aplausos más animado se levantaba para homenajear a Hilda. A base de habilidad se ganó la admiración, e incluso, el respeto del público y ahora parece que será coronada como ganadora de la gesta.
En estos momentos, su Santidad y Octavo se están acercando a las graderías. Uno de los pajes de la familia les estaba guiando a los lugares reservados para su familia, pero Tomás fue detenido de reunirse por su padre por otro de los sirvientes, quien con súplica le pidió que le acompañase sin renegar.
Don Rodrigo, por su parte, no ha reparado en la llegada de Tomás. Está viendo a la guerrera de cabellos de fuego, meditabundo. Viste ropas regias, de púrpura y lino fino, su contextura hace honor a la nobleza de su sangre, con un rostro enmarcado entre una barba completa y bien recortada, y el pelo corto y moreno. Lleva una diadema, que funciona como un simulacro de corona, portando los escudos de su familia y las familias que sirven bajo su cetro.
A su lado está la madre de Tomás, a lado derecho de su marido, va con las ropas que suele llevar. Un velo gris cubre su rostro, y sus ropas son de negros desvanecidos y azules opacos, formando un vestido que a pesar de su finura no dejan de recordar a una mujer de luto. Es por este motivo que Don Rodrigo evita llevarla a los eventos, pues todo el pueblo cuchichea respecto a los atavíos de su mujer. Ella tampoco notó a su hijo.
Tomás ha sido llevado al borde del ruedo, totalmente ignorante de a que o por que se le ha traído hasta aquí, y Octavo le ha seguido fielmente. Una vez que el árbitro notó la figura del hijo Del Monte, alzó la voz una vez más.
— ¡Damas y Caballeros! Estamos por concluir el sagrado torneo de este día. Con habilidad y maestría, Hilda se ha proclamado como la más capaz guerrera, de entre todos los guerreros que nos han acompañado de todo Argos.
El niño pequeño que había gritado antes volvió a alzar los brazos y gritó:
— BIIIIIIIIIIIIIIEEEEEEEEEEEEEEEEEENNNN
Esta vez, otros en el público le corean y aplauden. Manteniéndose ajeno a esto, el réferi continuó su discurso, mientras acomodaba un poco su casaca roja.
— ¡¡Sin embargo!! ¡Para servir bajo las órdenes de Su Majestad, Don Rodrigo, tendrá que probar su temple contra un último guerrero! ¡No se es nadie, si no se está a la altura de la familia! ¡Por eso, deberá enfrentarse en supremo combate contra el hijo legítimo de mi señor, Su Santidad y Eminencia, Tomás José!
El sirviente que le llevó al borde de la arena le extendió una espada roma, mientras abría la puerta para pasar. Miró a su señor y un sudor frío bajó por su espalda, pues Tomás se quedó mirando al infinito, sin entender que decía aquel buen hombre sobre un supremo combate o porque le llamaban a entrar a aquel lugar donde los hombres se daban golpes.
— Mi Señor, su Santidad, se lo ruego, pase usted a la arena. Por favor.
(Hola.) Tomás oyó a Horsefrillos saludar, mientras ladeaba la cabeza hacia el sirviente que rogaba con miedo, levantando totalmente las orejas.
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Anima: Beyond Memeverso
FanfictionAdaptación a literatura de las aventuras descritas por @DayoScript en su partida de rol, en la que participan @EvilAFM, @ChioUyuni, @Felipez360 y @LynxReviewer.