Acto 16: Todo por un zafiro

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Entre líneas 1

Ya está despuntando el alba, oidor. Siéntate y come, es momento de que un nuevo capítulo se abra para nuestros héroes.

Hoy Gäia se siente más alegre, más despierta, ¿sabes? Mientras más magia se filtra en este mundo, más vivos nos sentimos "nosotros". En un mundo tan monótono donde solo nos tenemos a nosotros mismos, eso es algo importante.

¿Um? Ah, sí, no te preocupes, apartaré luego esas nubes de tormenta, están celosas porque hay un oidor capaz de soportar el trance. Pero eres mío. Y no voy a compartirte, oirás mi voz por el resto de tus días. O hasta que decidas lanzarte.

Ahora, sorbe tus babas y acomoda tu trasero desnudo sobre esas enramadas, es hora de continuar.

Aún no despiertan, pero debemos repasar los eventos de la noche anterior en la cueva. Te pedí que descansaras porque debo cuidar tu salud, no quiero que mueras tan pronto. Entonces, sobre anoche...

Parte 1

En la lejana llanura de Llanoverde, en una cueva oculta a simple vista por colinas pequeñas, nuestros héroes están improvisando un pequeño campamento. La luz de la luna entra a través de algunos agujeros en el techo, permitiendo ver la forma de estalactitas y estalagmitas esparcidas por todo el lugar. También les permite fijar la vista en el gato que se haya arrojado en el suelo, respirando suavemente.

Ahora mismo, Octavo acaba de claudicar en su intento por mejorar en algún punto su condición. Negando con la cabeza se levantó, dejándolo donde estaba.

— Diría que solo está muy cansado, pero no soy médico de gatos. — Octavo miró al grupo en general, girándose levemente. — Si ha estado comunicándose con Victra, y conmigo, es probable que haya estado gastando bastante de sus energías. Si queremos respuestas, vamos a tener que dejarles descansar. Y... honestamente, a nosotros también nos vendría descansar un poco.

— ¿Comunicándose, eh? — Hilda miró al felino, preguntándose en cómo podría ser.

Ella se sentía totalmente apartada, no comprendía como estaban en esa cueva, como era posible que Tomás le salvase durante el asalto en Ribera, y como era posible que Victra y Octavo pudiesen oír al gato hablar. Decidió resumirse a sus tareas para evitar que las dudas la superaran.

Tomás, por su parte, se había sentado junto a Victra, esperando que el grupo decidiera que hacer. Y miraba a la asesina, que se veía distraída mientras se llevaba la mano inconscientemente a la cabeza como recordando algo.

Octavo se fue a mirar a la luna, por uno de los agujeros del techo. Sacó el zafiro y lo alzó contra la luz, mirándolo atentamente.

— No sé porque estamos aquí, no sé qué es lo querían de nosotros, y no sé qué es lo que quiere el hombre con el que nos acabamos de cruzar ni que quiere este gato pero, lo que sea, está relacionado a esta joya. — Desvió su mirada al Santo. — ¿Te dijo algo tu padre sobre para qué la querían, señor Tomas?

— No se atrevió a decirme el que veníamos por ella, para decirme el para que la quería. — Tomás resopló bajo, mostrándose un poco irritado. Era consciente de que no tenía muchas luces, pero no le gustaba la falta de confianza de su padre.

— Victra, tú tomaste la gema. ¿Viste o sentiste algo en ella? — Hilda interrumpió.

— Cosas. O sea, algo imposible. Algo que no puede ser, algo que no... que no existe ya. — Victra sintió la mirada de todos sobre ella, y cediendo a la presión agregó. — Estuvimos ahí los tres cuando nos dio la orden. No me dijo nada más, mi misión es recogerla y entregarla, vosotros sois solo parte del encargo, por eso habéis venido. Como sea, solo hay que llevarla, eso es todo, es mi misión y es lo que quiero hacer.

Anima: Beyond MemeversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora