Las empresas Arendelle eran unas de las más famosas de la ciudad, su lazo de amistad con la imponente compañía Hamada la hacía envidiable. Tanta era la envidia que causaba que ganó más de un enemigo. Enemigos que se unieron y estafaron a los jefes d...
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Las fiestas nos ponen eufóricos a todos, tanto que podemos olvidarnos de cosas muy importantes. Claro que al momento de celebrar ni pensamos en ello. Hemos bajado con Jack a la calle y mi padre nos ha enviado a comprar verduras, la verdad, se están integrando muy bien al vecindario y eso me pone muy feliz. Nos emprendemos en la búsqueda de comida. Jack, Mérida, Anna, Kristoff, Punzie y el chico de la esquina, Eugene (novio de la rubia) me siguen. Siento que esto es el comienzo de algo grande.
Salimos de las barricadas que han hecho los vecinos y me percato que hay un auto bastante lujoso aparcado cerca del lugar, me llama la atención. Por lo que sé, aquí sólo hay gente humilde.
Un muchacho muy conocido para mí, baja del auto. ¡Es el chico chino de la escuela! Bueno, asiático. Trato de llamar su atención moviendo mis brazos con alegría, pero él ni se percata de mi presencia. Está muy ocupado leyendo un libro de robótica.
Mi amiga pelinaranja llama mi atención y seguimos nuestro curso. Lo más genial de vivir en un barrio de ciudad es que todo queda terriblemente cerca. Un parque, un supermercado, un hospital ¡Hasta un salón de belleza! Si, estoy muy feliz por el lugar donde comenzaremos a vivir.
Mientras compramos algunas verduras, mamá llama a Anna. La cara de mi hermana cambia radicalmente, y como consecuencia, me asusto rápidamente. Cuando ella cuelga, me apresuro en preguntar qué sucede mientras veo su pálido rostro lleno de pecas, preocupada.
—Mamá estaba muy emocionada con la fiesta, y mi padre igual— comienza—, sabes lo mucho que les cuesta socializar, ellos no han tenido amigos verdaderos desde la quiebra de la empresa...
—¡Al grano Ann! —grito desesperada, a veces mi hermana se va por las ramas y la paciencia no es una de mis cualidades cuando estoy irritada.
—La cosa es que entre tanta conmoción mamá se olvidó de algo importante— hace una pausa dramática— se olvidó de cancelar la reunión con los Hamada.
Lo ha dicho tan rápido que casi no le entendí. Palabra clave: Casi. Estoy a punto de morir de un infarto cardiaco con tal noticia.
—¡Santa Virgen de la Papaya! ¡¿Qué más te dijo mamá?!
—Que ya habían llegado, están esperando conocerte.
Siento que me desmayo, mis ojos comienzan a cerrarse y empiezo a caer de manera dramática al suelo. Pero como siempre, el mundo está contra mis planes. Mérida me logra atrapar antes que termine en el suelo cual jenga y me da dos cachetadas para despertar. En este instante, sólo le pido a Dios desaparecer.
—Dios no hace tales milagros— interrumpe Jack, como leyéndome la mente. No sé qué me asusta más, el hecho de que estoy a punto de conocer a mi posible prometido, o que mi amigo el peliblanco puede leer la mente. Todos están confundidos, incluso el vendedor. De una manera rápida y resumida, Mérida, Jack y Anna le cuentan a los presentes sobre mi situación actual. De parte de Punzie recibo un grito de emoción, a ella le encantan las bodas, o al menos es lo que nos acaba de decir. Los demás solo me miran asombrados.