12. Tsurugi x Agreste

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Adrien había llegado demasiado temprano a la escuela, pero al menos había sido decisión propia. El día anterior con tanto corre-corre había olvidado buscar su mochila de gimnasio y sabía lo que implicaría para con Nathalie. Afortunadamente solo Gorilla, su guardaespaldas, fue a buscarlo al instituto y le prometió a Adrien que no diría nada si el chico no olvidaba la mochila al día siguiente.

Así que ahora Adrien vagaba por el recinto semi desierto con una mochila regular abultada por la ropa limpia de esgrima y una bolsa plástica, rogando que la carga extra no hubiera arrugado su ensayo de Literatura.. Llegó al gimnasio creyéndose James Bond, tratando de evitar que alguien lo viera ―algo un poco tonto teniendo en cuenta que él era el único ahí. Abrió su casillero como si se tratara de una caja fuerte y sacó la ropa sucia.

Creo que lo más sensato es no preguntarte qué estás haciendo, dijo Plagg a través del auricular.

―No sabía que no tenías imaginación ―dijo Adrien, haciendo una mueca de asco mientras movía la ropa sucia hacia la bolsa plástica que había cargado en la mochila―. Esta es una operación peligrosa.

En la mente de Adrien, Plagg estaba rodando los ojos. Su K.W.A.M.I siguió molestando y él siguió ignorándolo. Al terminar se sintió orgulloso de su plan, solamente debía hacerse cargo de la ropa al llegar a casa, para que Nathalie no sospechara lo que realmente había pasado.

Tomó su mochila, dispuesto a sentarse en uno de los bancos del gimnasio, a la espera de que llegara todo el mundo. En su mente iba pensando en todos sus pendientes, los que había hecho, los que aún no terminaba; y, por supuesto, iba pensando en Marinette.

Marinette, Marinette, Marinette. Su sonrisa dulce y sus palabras amables, su olor a galletas y sus dos coletas inmortales. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría dormida o ya se estaba arreglando para empezar el día? Se dijo a sí mismo que debía parar. Se le había declarado siendo Chat Noir, una total metedura de pata que él mismo no terminaba de procesar haber cometido y que lo había mantenido despierto toda la noche. Lo único bueno era que ella no sabía que él era Chat Noir. Lo malo era que ahora Chat Noir seguro estaría rondando sus pensamientos y el plan era que se tratara de Adrien. Claro, ambos eran la misma persona, pero ella no sabía eso y tampoco podía saberlo.

Adrien sintió escalofríos de pensar en el regaño que le daría Ladybug si él le hablara de alguien más sobre su identidad y llegara a oídos de ella.

Su mente ya no estaba concentrada ni un poco en la tarea, si no en qué podía hacer para que Marinette se fijara en él. No simplemente ser consciente de su existencia, ella no era tan cruel para comportarse de forma contraria; sino que ella lo viera y notara lo que él sentía, todo de él, y que en un último intento milagroso ella también pudiera sentir algo por él. ¿Pero qué podía hacer? Quería hacerla conocedora de sus sentimientos pero no quería ponerse en evidencia. Su corazón se iba encogiendo a causa del mal de amor. Tal vez debería dejar de pensar en ello, distraerse y...

Había alguien más en el patio. Adrien se detuvo de golpe, reaccionando demasiado tarde. La persona ya lo había visto. Se trataba de una chica. Tenía el pelo oscuro y corto, y los ojos rasgados. Lo miraba con curiosidad, pero su mirada también demostraba dureza. Estaba sentada con postura perfecta y con un libro en el regazo. No tenía ningún dispositivo salvo su celular, algo que era raro en el Françoise Dupont, donde todo el mundo llevaba sus auriculares, tabletas, consolas portátiles, todo cuanto pudieran llevar.

El silencio entre ambos era demasiado notorio e incómodo. Adrien fue el primero en romperlo.

―Disculpa ―dijo―. No sabía que había alguien más aquí.

―No te preocupes ―dijo ella. Su voz era baja y firme―. Tampoco sabía que podía haber gente tan temprano.

―Soy Adrien ―dijo él, extendiendo la mano―. Adrien Agreste.

Interconectados [#1] │Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora