8. En la lluvia

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Adrien se había acostumbrado a llegar y no encontrar a Marinette en el aula. Ella era una pro en el UMS-3, pero en la vida real era algo torpe, distraída, y casi siempre llegaba tarde. No lo sabía en ese entonces, pero el hecho de que le siguiera gustando a pesar de todo eso sólo indicaba lo muy enamorado que realmente estaba. Sin embargo, cuando llegó ese día a clase ver a Marinette no fue lo que le sentó mal, sino verla junto a Nathaniel Kurtzberg.

El chico tenía el pelo rojo apagado y estaba escuálido, todo gracias al tiempo en el que estuvo hospitalizado por su akumatización. El hecho de que estuviera junto a Marinette hacía destacar aún más esas características. Marinette, con sus cachetes sonrojados, sus ojos chispeantes y sus palabras amables... Pero Nathaniel... Nathaniel... Aún con su aspecto tétrico parecía como si sus ojos chispearan vida al verla a ella. A Adrien se le revolvió el estómago.

Parece que hoy no será un muy buen día, le susurró Plagg al oído. Adrien casi podía ver una pequeña sonrisita resplandecer en su pequeño cuerpo robótico.

Ocupó su lugar con disciplina y abrió su cuaderno para repasar su tarea de la noche anterior. Estuvo distraído luego de lo sucedido en la cueva de Evillustrador, esencialmente con la inoportuna presencia de Marinette en aquel lugar. Tenía que asegurarse de que las respuestas estuvieran todas correctas, él no tenía ninguna excusa para no haberse dedicado completamente a sus deberes. Cualquier error, cualquier falta que diera por lo menos una pizca de sospecha... No quería eso. No podría soportar que su padre sancionara otro equipo para el UMS-3 y sospechaba que su padre tampoco lo iba a tolerar una vez más. Aún así, releyendo sus respuestas, no podía evitar escuchar la conversación entre Marinette y Nathaniel. Estaban al fondo del salón, pero él había llegado temprano y ellos también, aún faltaban gran porción de sus compañeros, así que... escuchar un poco...

El acoso no es nada bueno, se burló Plagg en su oído, sabes que te pueden encerrar por eso, ¿verdad?

Cállate, pensó Adrien, deseando por un minuto que Plagg fuera capaz de leerle el pensamiento y no lo molestara.

—Y ¿qué se siente ser infectado por el virus akuma? —escuchó que Marinette le preguntaba a Nathaniel.

Adrien se estremeció. ¿Por qué Marinette hacía esa clase de preguntas? El estómago se le revolvió una vez más al pensar en el peligro que ella podría correr acercándose a un jugador infectado o, peor aún, siendo infectada. Eso último hizo que el croissant y el jugo de frambuesa que se había tomado esa mañana le subieran por la laringe hasta que pudo tragar una vez más... y saborearlo todo de nuevo. Definitivamente no se sentía bien.

—Creo que sigo sin estar preparado para responder ese tipo de cosas, Marinette —le dijo Nathaniel—. Sigo procesando qué fue lo que sucedió.

Oh —dijo Marinette. Adrien no necesitó mirarla para saber que estaba apenada, se le escuchaba en la voz—. Lo siento, no quise...

—Tranquila. —imaginó a Nathaniel sonriéndole—. Solo son pensamientos revueltos. Te aseguro que serías la primera, y tal vez única persona, con la que hablaría sobre ello. Después de todo, tu siempre estás para mi.

Mentiroso, pensó Adrien. Nathaniel no había tenido reparos en hablar con Ladybug al respecto y, aunque les había brindado una ayuda casi nula, algo era algo. De todos modos, ¿cómo se atrevía a mentirle de esa manera tan descarada, como queriendo hacerla sentir especial? Adrien no era muy conocedor del tema, pero era consciente de que las cosas no debían hacerse de esa forma, mucho menos cuando las palabras de Nathaniel hacia Ladybug seguían tan frescas en su memoria.

No es algo por lo que vas a un lugar a infectarte. El virus te encuentra y te posee.

—Buen día a todos —sonrió Madame Bustier entrando al salón. Adrien apenas se percató de que varios alumnos más al fin habían llegado a clase, aunque seguía siendo muy temprano para comenzar la clase.

Interconectados [#1] │Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora