Día 2: Súper héroes (idea dada por Raquel Taishō)
-¡Yakō!
El hombre que respondía al nombre, saltó para tomar de la cintura a la mujer con antifaz que protegía en brazos a una pequeña niña que estaba aferrada lo más fuerte a su pecho; frunció el ceño al oler la sangre.
-¿Te hirieron? -preguntó al dejarla fuera de la zona de desastre.
-El brazo izquierdo, pero aún tengo movilidad para un tiro certero, sólo necesito que lo atraigas hacia a mí.
-Ponte en posición, iré por él.
De un rápido movimiento desapareció, sabiendo que no tardaría soltó suavemente a la niña que aún lucía aterrada.
-Hey. Hola, preciosa -murmuró acariciando sus rizos chocolates-. ¿Estás bien? ¿Te duele en alguna parte? -ante la negativa de la menos, Kagome le sonrió alentadora-. Entiendo, bien, ahora necesito que hagas algo por mí, ¿sí? Necesito que vayas a esconderte detrás del basurero, yo me encargaré del monstruo que quería lastimarte.
Kagome siguió con la vista a la pequeña hasta que desapareció, sabiéndola fuera del camino preparó su arco y agudizó sus sentidos, en la ciudad le era más difícil concentrarse, pero aún podía sentir las vibraciones, con la expansión de los humanos los demonios se habían desatados y ya no eran tan discretos, pues gracias a la tecnología losa avistamientos se hicieron frecuentes y casi a diarios, pronto, los demonios y yōkais ya no eran sólo leyendas e historias para asustar.
Se habían vuelto real.
Y con eso, la familia Taishō tomó las riendas en el asunto, los cazadores que eran clandestinos bajó su mando se volvieron la principal fuerza para combatirlos. Tanto Kagome como Sesshōmaru intentaron mantenerse al margen, pues eran figuras públicas y al no lograrlo, tuvieron que usar la idea de enmascarase para proteger sus identidades, aunque para Sesshōmaru era mucho más fácil al poder cambiar el largo y el color de su cabello, que Kagome, pero ante la exigencia de su esposa acabo cediendo y poniéndose una máscara.
Por eso, mientras tensaba el arco, rememoró la primera vez que una persona los llamó: La pareja justiciera; como todos especulaban y trataban de saber quiénes eran.
Ahora sólo eran Yakō, el hombre de la luna -su cabello platino enloquecía a muchos-, y Miko, la sacerdotisa del tiempo -eso último sólo agregado por su vestimenta antigua que había conservado desde hace mucho-. Y eran los héroes de Tokio.
-¡Miko!
Ella soltó la flecha sin dudar, atravesando al demonio y purificándolo en el acto.
Nadie iba a alterar su ciudad, no si ellos están ahí.
¡Chan, chan, chan! Espero les haya gustado, amé escribirlo. Hasta mañana.
FiraLili
02/08/2018
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Retazos de verano: El amor SessKag
FanfictionPorque el amor tienes muchas formas, y este verano tendrán 31 días de romance