—Kyle, déjate llevar...
Su ser desnudo sudaba; las gotas de sudor nacían y se deslizaban de su pálida piel aterciopelada para estancarse en cada curva de su cuerpo; era más estimulación de lo que podía soportar. Se sentía caliente, su espalda húmeda contra el pecho contrario, ardiendo envuelto en su reducido sitio. Los brazos ajenos eran su prisión, el par de manos inquietas no tenían la intención de alejarse ni un centímetro de su entrepierna, subiendo y bajando el ritmo de aire corriendo en su pecho.
Su voz se quebró.
—Ah, mmm... ¡voy a...!
—¡Ah!
El fuerte portazo dentro de su habitación le despertó al instante, sintiendo en el pecho y hasta la cabeza el estruendoso palpitar de su corazón excitado.
—¿Ike? —el ruido en el clóset le delató, le llamó tratando de regular su respiración.
El mencionado salió del desorden de ropa que había creado, arrastrando con los pies la jersey con el número 30 (parte de su uniforme de fútbol americano), alzando en las manos una camisa de vestir color negro para ponerla frente a su torso.
—¿Estabas soñando con Stan? —preguntó en un tono juguetón con una sonrisa en el rostro.
El pelirrojo frunció el entrecejo, encogió sus piernas hasta su pecho y pasó el dorso de su mano sobre su frente para limpiar las gotas de sudor que ahí reposaban, cortando el contacto visual con su hermano.
—¿Qué haces?
Ike rió, pasando a posar frente al espejo de cuerpo completo en la habitación.
—Hoy es un día especial.
Le aclaró a medias, empezando a despojarse de su sudadera azul cian de cuello redondo para probarse la camisa negra, pero fue detenido por la voz de su hermano mayor.
—No te queda. Está muy grande para ti.
El de cabello oscuro se midió la prenda frente a su torso una vez más, comprobándolo.
—Tienes razón. Deberías usarla tú, quizá le guste a Stan.
Se burló otra vez, lanzándole la camisa a la cama, corriendo a la salida después para volver a azotar la puerta.
—¡Ike! —gritó Kyle para llamarle la atención.
No obstante, su mirada se detuvo en la prenda oscura, con curiosidad, contemplando la idea de usarla ese día... Su ceño se volvió a fruncir, y aventó la camisa con rabia de vuelta al armario, recordando su trémulo sueño.
—¿Qué carajo...?
El sol brillante se alzó sobre el horizonte, despejando de nubes la inmensidad del cielo azul, secando la brizna que cubrió el pueblo durante la noche. Fuera de la residencia Donovan, los rayos del sol alcanzaron a los dos buenos amigos que sostenían una conversación peculiar.
Clyde mordió una punta de la mitad triangular de su sándwich, sosteniendo su desayuno entre dientes mientras metía los brazos en las correas de su mochila.
—¿Encontraste a la persona? —la claridad de su voz afectada por el alimento atravesado en su boca.
—Se supone que eres tú quien debe buscarlo.
Tolkien desgarró el sándwich al jalarlo lejos de su dueño, teniéndolo en su mano frente al chaleco de vestir marrón que vestía parcialmente oculto por un saco morado opaco.
—¡Es demasiado trabajo para mí!
Se quejó el castaño, masticando el bocado en su boca. Luego estiró el brazo y recuperó su comida.

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Paralelo.
RomantikCraig y Tweek llevan años juntos sin comportarse como una pareja de verdad. Entre ellos dos existen sentimientos que los llevan a dudar de lo que realmente quieren. Stan se niega a perder a Wendy, pero cuando se encuentra bajo los efectos del alcoho...