Para el fin de semana, Tweek y Craig todavía no estaban preparados para comenzar a trabajar. No sólo se sentían adormilados por tener que levantarse dos horas antes de abrir, sino también porque aquello significaba que les habían dejado a cargo de la cafetería en su totalidad, encomendándoles incluso las tareas en las que ellos solían auxiliar a los señores Tweak. Por lo menos, los dos adultos se dieron el tiempo para dictarles las actividades del día, logrando que los dos jóvenes se tambalearan por las dudas, llegando a la temprana conclusión de que necesitarían ayuda. Intentaron hablar de ello, pero nada más Richard terminó de dar órdenes, él y su esposa salieron deprisa por la puerta trasera. A juzgar por sus inusuales vestuarios, parecía que se tomarían muy en serio sus vacaciones de fin de semana.
Para la suerte del par de adolescentes, les bastó con mirar a través de los cristales de la puerta principal para encontrarse con dos de sus amigos.
—¡Craig! ¡Hey, Tweek, abre la puerta!
Los gritos de Kenny alertaron a Tweek, quien se acercó enseguida sacando las llaves del bolsillo del delantal que su madre le había puesto en contra de su voluntad y les dio paso a ambos rubios, quienes se apresuraron en hablar.
—¡Queremos trabajar aquí!
Hablaron al unísono desconcertando al otro par. Tucker le clavó la mirada a McCormick mientras Tweek se limitó a asentir como respuesta inmediata por la angustia que sentía de hacerse cargo del negocio familiar. Con tan solo media hora para organizarse antes de abrir, los cuatro permanecieron plantados intercambiando miradas en silencio.
En las calles del pueblo, algunos comercios comenzaron a abrir, empezando así una nueva jornada de trabajo. El día anterior Stanley escuchó a Bebe hablar por teléfono con Wendy en uno de los tantos corredores de la escuela, enterándose así que ambas amigas asistirían al centro comercial a primera hora, por esa razón esperaba impaciente afuera del enorme edificio, frotando sus manos entre sí para aliviar el frío y la ansiedad que le atacaban.
Poco después divisó las cabelleras rubia y azabache a lo lejos. Permaneció estático admirando la belleza de su novia bajo los cálidos rayos del sol, con su cabellera lacia, larga y brillante, con el flequillo que le cubría la frente. Vestía un pantalón pescador color amarillo, un saco azul rey sobre una camisa de marinero a rayas blancas y negras igual a la de su mejor amiga, con zapatillas bajitas en color negro. Su piel blanca resplandecía y su bella sonrisa vibraba aun en la distancia. Al verla acercarse no pudo hacer más que huir, yendo al interior de la plaza.
Las chicas no tardaron mucho en llegar y encontrar el semblante serio de Stanley a unos cuantos pasos de la puerta de entrada. Testaburger desvió la mirada, continuando su caminata hasta que fue detenida por el brazo.
—Wen, tenemos que hablar...
La mencionada dirigió la mirada hacia el rostro de su amiga, rogando para que le ayudara a escapar, pero ella, por el contrario, sonrió y les guiñó un ojo para reanudar su recorrido.
—Wendy, te veo en la tienda de zapatillas. ¡Adiós!
Bebe se marchó sin mirar atrás, dejando a la pareja en un silencio tétrico.
—...Por favor.
Las palabras surgieron de la boca de Marsh. Los ojos de ambos se encontraron de frente y la chica no pudo evitar conmoverse y aceptar hablar con él, a pesar del rencor que sentía por lo acontecido el día anterior. Caminaron de regreso a las frías calles, a paso lento, tardando un par de minutos para volver a hablar.
—Wen, lo siento, nunca quise lastimarte. Todo esto es mi culpa. Por favor, podemos solucionarlo...
—No, no podemos arreglar algo que ya no existe —no tardó en interrumpirlo con la verdad.

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Paralelo.
RomanceCraig y Tweek llevan años juntos sin comportarse como una pareja de verdad. Entre ellos dos existen sentimientos que los llevan a dudar de lo que realmente quieren. Stan se niega a perder a Wendy, pero cuando se encuentra bajo los efectos del alcoho...