Señales malinterpretadas.

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"—Kyle...

Su ser desnudo sudaba; una vez más las gotas de sudor nacían y se deslizaban de su pálida piel aterciopelada para estancarse en cada curva de su cuerpo. Una vez más se dejaba hacer lo que la otra persona quería... Aunque pronto sintió algo diferente a todas las demás veces que había estado en ese escenario.

Su cuerpo estaba situado encima del contrario, por primera vez no estaba debajo o siendo sostenido desde su espalda por ese alguien, sino que se encontraba pleno y libre sobre aquel cuerpo tibio. Las manos que no eran las suyas le tocaban de una forma especial mientras se envalentonaba para empezar a moverse.

Sin ser sometido de ninguna forma, era la primera vez que hacía el amor..."

Entonces despertó. Un segundo después, entró Ike a la habitación en penumbra encendiendo la luz.

—¿Estás despierto?

Cerró los ojos con fuerza, tardando en reaccionar.

Se había quedado dormido boca abajo con la cabeza al pie de su cama. Talló uno de sus ojos para ayudarse a despertar mientras alzaba más la cabeza.

—Sí...

Ike miró a su hermano, que tenía los ojos cerrados y la boca apretada, pareciendo no tener intención de levantarse.

—¿Podemos hablar?

Tras sus palabras, Kyle abrió los ojos como asustado, preguntando:

—¿Qué hora es!

—Nueve y media. ¿Por...? —miró su celular para confirmar.

Ni bien terminó de hablar, Kyle lo sorprendió saltando de la cama para alcanzar la puerta en tres pasos.

—Tengo que salir, Ike. Si mamá pregunta, dile que no tardo.

Y lo vio salir de la habitación a las prisas, tomando su chaqueta y acomodándose la ropa en el camino. No pudo evitar el sentimiento de tristeza que incrementó en su interior porque su hermano no le había prestado atención, justo ahora que tanto necesitaba hablar con él.

×∆×

En el baño, Kyle se lavó las manos y la cara, asegurándose que el agua estuviera fría, helada, para bajarse la calentura que le provocó el delicioso sueño que tuvo.

Terminó de acomodarse la ropa con una mueca de insatisfacción, puesto que la erección entre sus piernas no cedía del todo. No sabía por qué no podía relajar su mente, pero tenía que darse prisa. Además, tenía ganas de hacerlo.

Tenía que masturbarse sí o sí.

—Ah, Craig...

Suspiró al tomar su miembro para sacarlo de entre sus ropas.

Sus pensamientos se calmaron un poco, concentrándose en la imagen perfecta e impoluta del mencionado mientras se estimulaba despacio. Los ojos grises que lo miraban de manera profunda, los labios con curvas cautivadoras... el cuerpo torneado que asomaba de su playera blanca... la voz peculiar que lo había calmado en los últimos días, la sonrisa desinteresada majestuosa que embelesaba su rostro casi siempre imperturbable. La mano sobre su hombro, el brazo alrededor de su cuerpo.

Todo eso le pertenecía a Craig.

Los movimientos de su mano se tornaron rápidos, fue muy fácil, estaba muy excitado. Sin embargo, un cosquilleo le invadió el cuerpo entero al recordar a Stanley; el tacto de sus labios húmedos, sus manos toscas sobre su cuerpo y sus zonas íntimas. Abrió los ojos, y se arqueó; su orgasmo estaba ahí, pero el silencio fue su mejor compañero.

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