Amenazas y recuerdos.

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—Yo sentí, sentí algo muy extraño... —sus ojos no escapaban de la pantalla frente a ambos. Prestaba atención a la trama de la animación que veían, y prestaba atención a desenredar sus pensamientos en su mente—. Sentí que esos sentimientos no eran míos, y que estaba actuando como otra persona.

Wendy volteó a su derecha, en donde encontró un rostro que su mente confundió en el primer milisegundo, moviendo detalles y rasgos por aquí y por allá, deformando y recreando otro rostro que fue disuelto al cumplirse el segundo entero. Permaneció en silencio mientras Cartman le sonreía sin querer decir nada para no perder el hilo de la serie que veían.

Su mente colapsó por completo y sonrió para disimular, volviendo la vista a la pantalla.

De estar preocupada por su pelea con Bebe, saltó a la desilusión que se alojaba en algún rincón de su corazón, que su mente desesperaba por deshacer.

¿Por qué había imaginado a Stan en lugar de Cartman a su lado?

Apuraron el paso hacia la residencia Tucker, dejando atrás cada casa a la derecha del camino mientras hablaban de la situación que pretendían arreglar.

—Entonces tu hermana no sabe que es mentira —la palma de su mano subió a su estómago, conteniéndolo por un instante.

—No pude decirle. Alguien le contó antes de lo nuestro y ahora no quiere ni verme.

Kyle sintió alivio del revoltijo que llevaba por estómago con el cosquilleo agradable que le surgió de repente al escuchar la expresión de lo suyo de boca del otro. Para su suerte, su rostro se dibujó de acuerdo con el momento de inquietud que enfrentaban: frunció el entrecejo e hizo una mueca de inconformidad con la boca.

—Pues hablemos con ella. Estoy seguro de que lo entenderá.

Craig miró a su compañero detenidamente, y asintió con la cabeza cuando vio que terminó de hablar, pero en realidad no confiaba en lo absoluto que sus palabras sirvieran de algo con Ruby.

Doblaron por el caminillo de asfalto que les dejó frente a la puerta de su casa, abrió con una de las tres llaves que pendían de su llavero de eslabón plateado, devolviéndolo enseguida al interior del bolsillo delantero de sus jeans negros. Tras ese movimiento en exceso atrevido para los intrépidos ojos verdes de Broflovski (que no le pasaron desapercibidos), entraron a su casa, subieron las escaleras hasta la habitación de la susodicha y se frenaron en seco frente a la puerta, no muy seguros de las decisiones cuestionables que habían estado tomando desde hace unos cuantos días y que los tenían ahora en esa vergonzosa situación.

El de cabello oscuro tocó un par de veces, sin obtener una respuesta rápida.

—Ruby, abre —pidió sin gritar pero alzando la voz, volviendo a golpear la madera.

—Ruby, soy Kyle. Tenemos que hablar contigo —secundó a su compañero, con el oído aguzado a cualquier sonido que pudiera venir del interior.

Pero los eternos segundos pasaron y al no conseguir ni un grito de su hermana a cambio, Craig giró la perilla para abrir, descubriendo una habitación vacía a excepción del gato negro que los miró desde la cama con las orejas levantadas como antenas, asustado por la ruidosa invasión. Ya que no se marcharon enseguida, el menudo felino que ambos chicos reconocieron se escabulló sin quitarles la vista de encima, buscando refugio en el clóset semi abierto al fondo de la pieza.

—¿Tienes idea de dónde puede estar?

Tucker negó con la cabeza, metiendo la mano en el bolsillo vecino del que cargaba sus llaves para sacar su celular.

—No —tras su respuesta, procedió a revisar sus mensajes, decidiendo si era o no buena idea preguntarle a la chica en dónde estaba.

El pelirrojo se dio cuenta de la ansiedad que empezó a invadir al otro, por lo que trató de darle su apoyo moral acercándose un poco más a él.

Paralelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora