Tú Olvido y Mi Pasión

Capítulo 11

Mientras la directora Anel Ross hablaba sobre algo del cual no estaba prestando atención; pues, no cabía de asombro del parecido que tiene con mi ex esposa Elisa, que, no pude evitar perderme en mis pensamientos.

—Profesor Phantomhive, ¿Se encuentra bien? —Parpadee varias veces y centre mi mirada en ella

—S-Si... Discúlpeme ¿Que me decía? —Siseo e intento mantenerme lo más apacible posible, a pesar de que su tremendo parecido con Elisa me está sobrepasando.

—Le preguntaba si se ha sentido cómodo impartiendo clases aquí. —Formuló de nuevo la pregunta

—Claro, es un lugar tranquilo no he tenido ningún inconveniente. —Contestó fingiendo una sonrisa amable.

—Me alegro, por favor siéntase con la libertad de acudir a mi si llega a tener alguna contrariedad, mi puerta siempre estará abierta para usted. —Agregó con simpatía.

—Gracias, lo tomare en cuenta. —Me coloco de pie y me despido de ella, salgo de su oficina con varias dudas en mi mente

—¿Acaso será un familiar de Elena? —Me cuestione mentalmente, aunque fue algo que deseche puesto que Elena no tenía muchos familiares y menos del parecido de Elisa.

Suspire profundamente al no tener una respuesta concreta. Al llegar a mi casa me puse a investigar, pero no halle nada, fastidiado sin obtener respuesta, salí por un momento al jardín, camine por donde estaban los rosales que Sebastián cuida con meticulosidad, hasta detenerme en medio del lugar para contemplar el cielo nocturno. De repente un recuerdo asalto mis pensamientos.

"Por cierto, ¿Cree en el renacimiento de un alma?"

Fueron las palabras dichas de Undertaker, algo que de cierta forma me desconcertó que quise adentrarme a la casa para llamarlo, pero al intentar hacerlo me encontré a Sebastián.

—Hola, ¿Pasa algo? —Cuestionó al darse cuenta de mi perplejidad

—N-No... nada en particular. —Conteste lo más sereno posible. Él enarcó una ceja como si no creyera en mis palabras

—Ciel, sabes que puedes confiar en mí y...

—Lo sé, es solo que... —Me interrumpí sin saber qué argumento dar.

—¿Qué? —Habló, insistiendo a que continuara

—Solo... tuve algo de nostalgia por nuestras vidas pasadas, tu... ¿Extrañas la vida que teníamos hace años? —Mentí a medias pues de cierta forma sí tenía esa duda en mi mente.

Sin embargo, no quería contarle sobre la directora, puesto que tenía miedo de que se hiciera ideas que no son, y es que últimamente se ha humanizado tanto que hay momentos en que me asusta su comportamiento, que, por ende, temo que le afecte de gran manera y que termine yéndose como aquella vez que descubrió el anillo.

—¿Te refieres cuando éramos amo y mayordomo? —Asentí, él colocó su mano en su barbilla meditando su respuesta. —Tal vez un poco, pues los mandatos de la reina me resultaban entretenidos.

—Querrás decir, divertidos. —Agregue sonriendo.

—Ciertamente. —Contestó, pero en breve, hace una reverencia. —¿Le gustaría una taza con té, joven amo? —Me reí, y a la vez sentí nostalgia, pues había pasado tanto tiempo desde que él no se dirige a mí con tanto respeto.

—No Sebastián, no lo necesito, ahora retírate —Contesté con altivez, Sebastián sonrió de lado e hice el mismo gesto. A los pocos segundos me abrazo propinándome un sutil beso en la coronilla.