Capítulo 14

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Las horas transcurrieron sin piedad en aquella solitaria habitación, en donde el eco de mi respirar junto con el golpeteo de mi corazón herido, hacían unísono ante mi pesar. Cierro los ojos y rememoró el rostro lleno de desprecio de Sebastián, así que inmediatamente los abro con amargura, estrujando la alfombra del piso con los dedos, pues desde el momento en que se fue, permanecí tumbado en el suelo y sin ánimos de querer moverme.

—Sebastián... —Murmure con tristeza.

Aunque de repente, comencé a sentir una extraña molestia en el esófago que, poco a poco fue ascendiendo. Instintivamente me llevo una mano en la boca y giro levemente mi cuerpo, casi incorporándome para que a los pocos segundos comience a vomitar, expulsando en el proceso un líquido blanquecino. Jadeante y casi tosiendo me limpio la boca con el antebrazo, para luego colocarme pie, enseguida siento un ligero mareo que casi me hace desfallecer, pero logro sostenerme en el buró. Aspiro lentamente y suelto el aire, esperando recomponerme con aquella acción, por lo que repetí el proceso un par de veces.

Al sentirme un poco mejor, ingrese a mi habitación, me di un baño y limpie mi desastre. Cuando finalicé me recosté en la cama cavilando lo de hace unos minutos, llegando a la conclusión que se debía por la falta de energía, pues desde que Sebastián se fue no había comido nada, no obstante, en todo ese tiempo y hasta ahora no había tenido ansias de comer.

—Tal vez porque estoy enfocado en que regrese. —Pensé en voz alta, deprimiéndome, puesto que ya había pasado 3 días desde que se marchó, algo que había verificado mientras limpiaba.

Suspiró sintiendo los parpados pesados, bostece y me acomode en la cama, casi abrazando la almohada, cerré los ojos dejándome llevar por el sueño.

.....

Algunos días más pasaron y los mareos junto con los vómitos no cesaban, sumándole que Sebastián aún no ha vuelto. Preocupado intento meditar en todos mis inconvenientes, sin embargo, el sonido del celular no me deja concentrar con claridad, entonces lo agarro percatándome que se trata de una llamada entrante de Elisa, del cual sin asombro lo ignoro silenciándolo y dejándolo en donde estaba, pues sabía que volvería a llamar. Ella ha estado insistiendo todos los días sin falta, y lo comenzó a hacer justamente después que Sebastián me abandono. Al reflexionar en lo último mi corazón se acongoja y las lágrimas amenazan con salir, empuño las manos, mordiendo el labio, intentando reprimir mis emociones, pero es inútil, así que me coloco de pie y sin pensar salgo de la casa rumbo a la ciudad.

Mientras caminaba por las amplias calles, pude relajarme un poco a pesar del bullicio de las personas. Con pasos lentos avanzaba, considerando que me hacía falta salir, ya que tenía días que no lo hacía y tal vez eso necesitaba para estar bien, o al menos eso fue lo que pensé. Continúe mi andar sin rumbo fijo y con la mente en blanco, que, no me di cuenta de que ingrese a una zona bastante peligrosa, no, hasta que 3 hombres me rodearon, uno de ellos portaba un arma blanca, del cual me amenazaba con que le entregara mis pertenencias de valor. Los otros dos se encontraban posicionados detrás de mí, preparándose para sujetarme en caso de que intente huir.

—¡Date prisa y entrégame lo que tienes! —Habló el que tenía aquella arma al tiempo que los otros dos sujetos se movieron para sostenerme.

Hábilmente di un salto hacia atrás, esquivando a ambos sujetos, pero al tocar el suelo e intentar golpearlos por la espalda, un mareo me sucumbió, ocasionando que uno de esos ladrones me pegara la cabeza, derribándome. Con algo de lucidez distinguí que me arrestaron a un callejón en donde me azotaron en la pared, al tiempo que revisaban si llevaba algo de valor. Lamentablemente para ellos, no portaba nada y creí tontamente que me dejarían al notar eso, pero no fue así.

Tú Olvido y Mi PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora