Capítulo 4

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P.O.V. Sebastián Michaelis.

Los primeros rayos del sol comenzaban a filtrarse por la ventana, mientras que Ciel miraba su reflejo que poco a poco se hacía tenue por la iluminación.

—N-No... puedo regresar... —Balbució observando sus manos con sorpresa.

—¿A qué te refieres?. Cuestione sin comprender la situación a la vez que me percataba que su ropa le quedaba holgada.

—No puedo regresar a la apariencia que tenía, ¡no puedo! —Grito exasperado, en su rostro comenzaba a mostrar líneas de desesperación.

—Está bien, tranquilo, debe haber alguna razón.

—Tu eres un demonio más experimentado, deberías saber algo.

—Sí, pero esto es nuevo para mí y... —Me interrumpí colocando mi mano en mi mentón analizando el problema, aunque me di cuenta de que era mi culpa, pues nunca le enseñe las habilidades de un demonio.

—¿Que hare?... ¿Qué voy a hacer...?. —Murmuraba agobiado, caminando de un lado hacia otro.

—¿Hace cuánto tiempo llevas en esa apariencia?

—Hace bastante tiempo... de hecho nunca regrese a mi apariencia, hasta este momento. —Contestó deteniendo su impaciente andar, quedando pensativo.

El silencio inundo la habitación y tuve una leve sospecha de su problema sin embargo era algo que él tenía que descubrir, puesto que, si le explicaba, probablemente optaría por no creerme, así que pensé en como tranquilizarlo.

—Debe ser por el estrés, después de todo aun conservas sentimientos humanos. —Ciel me miro con brevedad, para luego suspirar amargamente, supuse que creyó en mis palabras

—Creo que debo comprarte algunos conjuntos. —Agregue casi divertido señalándolo, él se miro y alzo los brazos notando que su ropa le quedaba demasiado grande.

—Esta bien. —Resoplo disgustado

Sin decir más agarre mi saco, avance algunos pasos cuando escuche que me llamo, al girarme, logre atrapar algo que me había lanzado, al abrir mi mano note que se trataba de las llaves de su departamento.

—Sabes que me puedo aprovechar. —Sonreí traviesamente

—Más de lo que ya hiciste hace unas horas. —Contesto arqueando una ceja

—Si te refieres a lo del beso, fue bajo tu consentimiento, puesto que no hiciste nada para evitarlo. —Alegue con astucia sin borrar mi sonrisa, él desvió la mirada, percatándome del rubor carmín de sus mejillas.

Me reí a lo bajo y continúe mi andar saliendo de ahí; me tomo menos de un hora para comprar lo necesario, así que al regresar vi que seguía sentado en el sofá, pero con la diferencia que solo se tenía colocado una camisa encima, del cual le cubría bien todo su cuerpo y se veía muy sensual que no pude evitar relamer mis labios con lascivia, pero sacudí mi cabeza ante ese último pensamiento ya que no quería hacer una tontería, no, por el momento.

Me acerque y le entregue la ropa, él lo agarro rápidamente para luego dirigirse a su habitación para cambiarse; suspire cansinamente y me senté en el sofá a esperar. Pasaron un par de minutos y escuche que su móvil sonaba, así que llevado por la curiosidad me concentre en escuchar su llamada.

—Elena...

—¿Ciel? ¿Eres tu?.

—Eh si... ¿Qué pasa?

—¿Qué sucede con tu voz?

—Em... nada, solo estoy algo mal de la garganta. —Escucho que tose para fingir que esta agripado.

Tú Olvido y Mi PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora