Capítulo 10

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Han pasado varios días y he comenzado mi labor como profesor, la jornada que llevo no es muy larga, por lo que adicionalmente ayudó a un grupo de alumnos en las asignaturas que no pueden cursar, aparte que no quería llegar temprano a casa, sabiendo que él no está, aunque era inevitable pues siempre terminaba llegando antes que él.

Al salir de la universidad, camine a paso lento, contemplando las calles, la gente y todo a mi alrededor, pero de repente comencé a sentirme extraño, la temperatura de mi cuerpo comenzó a elevarse, por un momento me sentí mareado que tuve que sostenerme de la pared de un local, jadeé y me incline un poco, entonces vi mi reflejo de un vidrio roto que estaba en el suelo, notando que el color de mis ojos habían cambiado a unos carmesí con la pupila contraída.

Como pude me incorpore y avance lo más rápido posible para que la gente no notara mi aspecto, cuando llegue me deshice de mi abrigo, la corbata y me abrí unos cuantos botones de mi camisa, y me acerque al termostato para bajar la temperatura pues no podía controlar la de mi cuerpo, la vista comenzó a fallarme, avance con la intención de recostarme en el sofá, pero tropecé, y caí al suelo de lado, aplastando un poco el brazo.

—¡Ugh! —Me quejé y me moví para quedar boca arriba sin ánimos de querer levantarme, cerré los ojos dejándome llevar por la inconsciencia

.....

Abrí los ojos sintiendo el fresco del lugar, me levante percatándome que Sebastián aún no llegaba, algo que me alivio pues no quería preocuparlo, suspiró cansinamente sintiendo algo de hambre, me dirigí a la cocina y saque el pastel de chocolate que Sebastián había hecho, sin preámbulos me serví una rebanada, para luego llevarme un trozo a mi boca.

—Tan delicioso como siempre —Murmuré y continúe comiendo aquel delicioso manjar

No estoy seguro cuantas veces me serví o cuanto tiempo paso, que me quedé mirando un punto fijo de la cocina, enredándome en mis pensamientos de lo que me ocurrió el día de hoy, mientras lamia lentamente los rastros del pastel que quedaban en la cuchara.

—Como me encantaría ser aquella cuchara. —Me sobresalte al escuchar su voz que solté de golpe la cuchara —Se-Sebastián... No escuche en qué momento llegaste.

—Hace un par de minutos que llegue. —Contestó esbozando una gran sonrisa.

Aparte la mirada con vergüenza y me dispuse a recoger la cuchara del suelo, pero él se movió rápidamente que lo hizo por mi quedando muy cerca, lo observé y entonces la temperatura de mi cuerpo volvió a aumentar nuevamente, alterando todos mis sentidos.

—¿Qué sucede? —Me decía con esa penetrante mirada, quise decir algo, pero no pude, pues él colocó su mano en mi mejilla.

—Tienes migajas de pastel. —Agregó moviendo su pulgar en mi mejilla de manera suave

Mi respiración se aceleró ante aquel contacto, me mordí el labio temiendo que se me escapara algún ruido indecente, noté que Sebastián sonreía, por lo que sin más me tomo el rostro con ambas manos y me beso, poco a poco el beso se hizo más profundo, su lengua se paseo por mi cavidad, sus manos bajaron a mi cintura para levantarme y sentarme en la isla de la cocina, inmediatamente enrede mis piernas a su cintura, y en un arrebato le arranqué la camisa haciendo que los botones salieran volando, escuche que río a lo bajó y continuó su camino de besos.

—Ngh!... Sebastián... —Jadeé al sentir como marcaba cada parte de mi piel mientras acariciaba mi intimidad

Sus caricias y su dulce aroma me hacían enloquecer, mi mente perdió el control de todo mi ser para entregarse plenamente a la lujuria, lo único perceptible en mí eran nuestros gemidos, las estocadas certeras y profundas en mi interior y aquel cálido calor que entraba en mi boca cada vez que nuestros labios se unían.

....


En la mañana, me desperté abruptamente, noté que me encontraba solo en la habitación.

—¡Maldición!, volví a quedarme dormido. —Murmuré e inmediatamente me levante a paso veloz, me aliste y partí rumbo a la universidad.

En momentos así, agradecía ser un demonio, ya que gracias a mi velocidad sobrehumana lograba hacer lo imposible. Llegue a la universidad con tiempo de sobra del cual aproveche para preparar mi clase hasta que me llegó un mensaje.

Sebastián: Cariño, espero que hayas llegado a tiempo

Rodé los ojos y pensé no contestarle, pero lo hice.

Ciel: Idiota, ¿porque no me despertaste? Casi no llego a la universidad

Sebastián: Lo siento, es que te vi tan feliz durmiendo, que no quise hacerlo.

Ciel:😡

Sebastián:😘

Resople sin intenciones de contestar, así que guardé mi móvil en mi bolsillo y me dirigí al aula.

Cuando termine de dar clases, me dirigí a la oficina de la directora, pues me habían informado que la directora deseaba conocerme; y es que cuando ingrese, ella no se encontraba en las instalaciones por motivos personales. Llegué a su oficina y di dos golpes a la puerta.

—Adelante —Escuche detrás de la puerta, me adentre y atisbe a aquella mujer de espaldas, mirando a la ventana mientras hablaba por el móvil.

—Te mantendré al tanto, pero ahora debo colgar. —Dijo en un tono casi autoritario para luego finalizar su llamada. Su voz, por alguna extraña razón me sonaba familiar. Ella se dio la vuelta y no pude evitar sorprenderme

—Usted debe ser el profesor Phantomhive. —Me quedé atónito, sin dar crédito a lo que veía, pues la mujer que está enfrente de mí se trata de Elisa mi ex esposa.

Algo corto el capitulo pero espero que lo hayan disfrutado, nos vemos en el siguiente.

Tú Olvido y Mi PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora