Capítulo 12

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Los primeros rayos del sol se arrastraron lentamente hasta tocar mi rostro, que, no pude evitar parpadear varias veces y detener mis pensamientos pues me había mantenido sentado toda la noche en aquel sillón, cavilando sobre Elisa. Suspiro colocándome de pie y me acerco a la ventana, esperando que Sebastián se aparezca, pero nada.

Los minutos pasan y la ansiedad va en aumento, el temor que no regrese me hace estremecer, me muerdo el labio al tiempo que golpeó el suelo con el zapato en modo de desesperación. Gruño y giro sobre mis pasos dispuesto a ir en su búsqueda, pero me detengo cerca de la puerta al percatarme de mis acciones desesperadas, así que aspiró profundamente para calmar mi sentir.

—Solo... debo confiar en él.... —Murmuro para luego revisar mi reloj y noto que aun tengo tiempo para llegar a la universidad.

Me alisto y salgo con rumbo a las instalaciones. Al llegar, opto por centrar todos mis pensamientos en impartir las clases, aunque fue algo difícil pues había momentos en que me acordaba de él, pero trataba de mentalizarme que cuando llegue a nuestro hogar el estará ahí. Cuando finalice mi jornada me dispuse recoger mis pertenencias apresuradamente para poder irme, no obstante, escucho que alguien ingresa, alzó la mirada creyendo que se trataba de uno de mis alumnos con alguna duda, pero para mí mala suerte no era así.

—Ciel, ¿Puedo hablar contigo? —Cuestionó Elisa, mirándome apaciblemente. Trago en seco sin poder articular alguna palabra pues aún no me sentía listo para hablar con ella, así que instintivamente niego con la cabeza.

—Por favor, solo serán unos minutos. —Dijo con voz insistente.

—Lo siento, pero tengo prisa. —Hablé desviando la mirada para tomar mi bolso y avanzar hacia la salida, sin embargo, fui retenido por su fuerte agarre en mi brazo, del cual me obligo a mirarla, algo que me sorprendió ya que la fuerza que implementó era igual a la mía.

—Por favor... —Repitió disminuyendo la distancia, quedando su rostro y parte de cuerpo tan cerca de mí,  el dulce aroma de su perfume inundó mis fosas nasales. Entonces la mire con detenimiento, observando sus bellos ojos que me miraban con amargura.

—Elisa... yo... —Fui interrumpido por su dedo índice que se había posado en mis labios

—Shh... no digas nada —Habló con voz suave, para luego plantarme un beso tranquilo.

Me sorprendí por aquella acción quedándome estático dejando que ella hiciera todo, pero de repente algo se removió en mí, que comencé a ceder, mis manos se posaron en su cintura atrayéndola a mi cuerpo con brusquedad, ella jadeo entre el beso por mi acción que hicieron que mis sentidos se desboquen y el calor aumente de manera rápida, pero más en la parte de la ingle. Jadeé y cerré los ojos, dejándome embriagar por el momento, del cual no podía salir a pesar de que sabía que estaba mal.

—Ciel... —Escuche que me llamó y abrí los ojos encontrándola acostada del escritorio con las ropas hecha girones y yo entre sus piernas. —...Tus ojos...

Me aleje con horror al ver en qué estado se encontraba, y no solo por su ropa desarreglada, también porque su piel tenía algunas marcas rojizas, hechas por mí.

—En qué momento... yo... —Deje las palabras colgadas, y analice la situación. Al parecer no había llegado a mas, pero aun asi me causaba confusión ante lo que había pasado. La mire sin preámbulos, notando que se incorporaba.

—L-Lo siento... —Hable con voz temblorosa, Ella me miró y antes que pueda responderme salí de ahí rápidamente.

Abrumado, me desplace velozmente por los tejados de la ciudad hasta llegar a mi casa. Al tocar el picaporte de la puerta sentí la presencia de Sebastián por lo que mi corazón se desboco y mi libido aumento, pero no quería verlo, así que internamente tenía una batalla entre lo mal que me sentía por lo que había pasado con Elisa. Aspiro y me muerdo el labio para luego adentrarme a la casa de manera fugaz con rumbo a mi habitación, escucho la voz de Sebastián que me llama, pero me inmuto. Al adentrarme a mi cuarto, cierro la puerta colocándole el seguro, pero en breve, los golpes detrás de la puerta se hacen presentes.

Tú Olvido y Mi PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora