|Capítulo 18|

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Era lunes. Estaba cansada, estresada, desganada, prácticamente hubiese sido más fácil que cualquiera se haya acercado a mí y me hubiese dicho "Ten ____, una pistola, dispárate en la frente y libérate de una vez."

Estaba llegando tarde a biología porque tenía que buscar a la señora Guinea, la profesora de matemáticas, para entregarle el trabajo especial que me había mandado a hacer. Tenía que dárselo a primer hora así ella podía calificarlo y subir mi nota en el semestre.

Y lo hubiera hecho sin llegar tarde a mis clases de no ser por los muy felices Blake y Tris que no dejaban de hacerse mimos y cariños mientras yo intentaba no vomitar, y repetía una y otra vez que llegaríamos tarde. Aunque no me escucharon ni una sola vez.

Y no lo tomen personal. No tengo nada en contra del amor, además de pensar que sólo sucede muy pocas veces en la historia de la humanidad, y que Shakespeare había acertado cuando decía que en el amor siempre había tragedia y drama, me parecía algo muy bonito que pasara entre dos adolescentes.

Pero no cuando me hacían llegar tarde.

Está bien, estoy acostumbrada a esas estupideces de llegar tarde porque soy la persona más impuntual que conozco. Y ahora justamente en este preciso instante, yo estaba quedándome sin aire corriendo por toda la escuela mientras intentaba llegar a mi casillero para tomar mis cosas de biología.

Las pocas personas que quedaban en los pasillos me veían correr y respirar como una foca amorfa con problemas de respiración, y se reían o sólo me ignoraban mientras intentaban saltarse sus clases. Patético.

Probablemente Blake y Tris ya estaban en el salón de biología repartiendo su amor frente a los pobres adolescentes que tenían que verlos porque no tenían otra opción.

Malditos idiotas enamorados.

Llegué a mi casillero y puse mis manos en mis rodillas mientras buscaba un poco de aire.

Por el amor de Dios, necesito hacer ejercicio y ponerme en forma de una vez.

Me paré derecha y respire hondamente por al menos cinco minutos. Y aunque no tenía tiempo para eso, mientras volvía a correr al salón de biología, podía decir que había tenido un ataque de asma y por eso había llegado tarde.

Ahora que lo pienso, siempre estoy mintiendo.

Abrí mi casillero para sacar mis libros y guardé todo lo demás que no iba a necesitar.

Esto de los casilleros hubiese sido un muy buen método en el orfanato.

Volví a mirar el reloj de mi teléfono. Hacía ya diez minutos que la campana había tocado.

Maldita sea.

Cerré mi casillero y comencé a caminar rápidamente hacia el aula porque si corría iba a tener un serio ataque cardiorespiratorio y no tenía ganas de eso ahora también. Acomode mi bolso en mi hombro y miré al frente mientras caminaba a paso firme.

Un suave empujón me detuvo mientras chocaba contra los casilleros. Ay Dios mío. Todo siempre me pasa a mí.

Luke Hemmings estaba tomándome de las muñecas mientras se acercaba a mí acorralandome contra los casilleros.

Estaba enojado. Se podía notar a kilómetros. Su respiración era pesada, sus ojos estaban muy abiertos revelando el azul profundo e intenso que había en ellos. Su mandíbula estaba apretada, como usualmente pasaba cuando se encontraba cerca de mí.

En ese momento me pregunté si el problema de estar siempre enojado, era por mí o por sí mismo.

Me miró fijamente por al menos tres minutos y me sentí tan pequeña ante su mirada que tuve la necesidad de hacerme una bolita y ponerme a llorar. Podía sentir a mis piernas temblar. Tragué saliva intentando que el nudo que tenía en mi garganta se fuera. Luke dirigió sus ojos a mi cuello y eso me puso mucho más nerviosa.

- ¿Quién eres? - Su pregunta me tomó por desapercibida y no pude evitar juntar mis cejas ante lo que estaba diciendo.

¿Quién era? Venía sentándome con él en biología casi por un mes. Conocía a sus hermanos. ¿Qué clase de pregunta era esa?

- Luke... - Susurré. Él tomó mis brazos más fuerte y los dirigió de nuevo contra los casilleros, golpeándose a él mismo ya que su mano rodeaba toda mi muñeca.

Cerré los ojos ante el impacto y el ruido que eso había ocasionado. Mi respiración se tornó más pesada y los nervios recorrieron todo mi cuerpo, otra vez, batallando contra los escalofríos de mi espalda.

- No te pregunté cómo te llamas. Pregunté quién eres. - Sentía sus ojos mirándome fijamente a pesar de que los míos estaban cerrados y volví a tragar saliva mientras los abría.

Estás asustada ____, estás asustada.

- No... Yo no sé a qué te refieres... - Tomaba grandes bocanadas de aire y estaba segura que él podía sentir mi aliento ya que se encontraba a unos pocos centímetros de mi cara.

Volvió a repetir esa acción con mis brazos y podía jurar que de lo fuerte que golpeó sus manos contra el casillero, sus nudillos estaban sangrando y mis muñecas tenían marcas como si me hubieran atado con una soga.

Me estaba sosteniendo muy fuerte y dolía. Y por más que me retorciera o hiciera lo que hiciera no podía liberarme de él. Tenía una fuerza impresionante y me ponía de los nervios que me mirara tan fijo...

Luke; lrh |Adaptacion| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora