Sunny

XXXI

-¿Quién ha empezado la pelea?

La profesora miraba a ambas chicas con expresión de pocos amigos, aunque la pintura rosa y amarilla que cubría su rostro apaciguaba un poco la situación.

- Sunny.

- ¿¡Qué!?

-¿ Has sido tú, Sunny?- Rosetta, que era el nombre de la mujer que las interrogaba, parecía sorprendida.

-Bueno, quizá yo le lancé la pintura...pero ella, ella...- estaba nerviosa, todas las miradas se depositaban en su rostro y en sus manos, que no paraban de retorcerse. Nadie esperaba que la muchacha que hasta entonces había sido el fantasma de la clase renaciera de aquella forma. Al igual que nadie esperaba ver la cercanía que parecía poseer ahora con Diego, alguien que hasta entonces no había mostrado ningún interés en nadie salvo en sí mismo.

- ¿ Empezaste tú todo esto o no?- la voz de la profesora sonó crispada.

-¡ No! Bueno, sí...

- Permítame decirle, Rose, ¿ Puedo llamarla así? En fin, Rose, el caso es que cierta persona celosa de aquí cometió un crimen pasional sobre el dibujo de mi compañera- y ahí tuvo que hablar Diego, siempre bocazas, pensó Sunny.

- Se acabó, castigados. Ambos.

Al muchacho no pareció sorprenderle. A Sunny sí.