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Al salir del cuarto de baño, Sunny parecía otra persona...bueno, mejor dicho, parecía una nueva Sunny, más radiante y sin ojeras.

- ¿Desde cuándo maquillas así de bien?- la chica estaba atónita.

- Desde siempre, solo que tú nunca me dejabas actuar.

Sunny le lanzó una mirada de desculpa, y después una de admiración al espejo. Tenía entendid que el maquillahe agrandaba los ojos, pero no en aquel nivel.

- Bueno, ya va siendo hora de que salgamos.- Gwen miró el reloj para comprobar que, efectivamente, habían estado allí dentro cerca de hora y media.

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Diego no dejaba de mirar hacia la puerta, esperando a su acompañante.

¿Le habría dado bien la dirección?¿Se habría perdido?

Justo cuando pensaba aquello, una chica que se asemejaba a un ángel ( al menos para su ojo crítico de chico medio enamorado) entró a la sala. Sunny, claramente. O un ángel de verdad, aunque fuera menos probable.

La muchacha divisó a su pareja entre la multitud y se acercó a él con una gran sonrisa.

- No preguntaré qué te parece mi aspecto, porque sé que voy radiante.

-Oh, ¿ quién eres tú y que has hecho con mi pequeña e insegura Sunny?

Obviando el hecho de que había dicho «mi» para referirse a ella, respondió en un susurro:

- Era broma.

-No, estás increíble...en serio.

Quiso besarla, pero en lugar de eso le dedicó una sonrisa y le acarició el rostro con el pulgar. Se veía tan frágil que creía que si la tocaba con sus labios desaparecería.

-¡Vaya, hola Sunny! ¡Te ves genial! - era Kurt, que se acercaba con dos cervezas.

- No, ella no bebe.

-¿Y quién ha dicho eso?- exclamó agarrando la botella.

Diego la miró alzando una ceja.

- No dejas de sorprenderme.

En aquel momento se dijo a sí mismo que conocería cada uno de los rincones del alma de aquella persona que tan bien había ido descubriendo los suyos.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora