XXXIII

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Ya casi habían terminado de ordenar aquel vertedero de colores cuando a Sunny le volvió a dar uno de aquellos impulsos de valentía que tanto parecían estar fascinando a Diego.

- Oye, Diego...

-¿ Sí?- este alzó la cabeza para mirarla.

- ¿Cómo cortasteis, ya sabes, tú y...

- Ella me dejó.

Silencio de nuevo. El que comenzó a hablar tras unos largos minutos cargados de una profunda incomodidad, fue Diego, quien hizo que Sunny se sobresaltara al escuchar aquella voz raspada que parecía desgarrarle las entrañas.

- Quiero que me ayudes con el retrato.

Los ojos de la muchacha se abrieron como platos.

- Ven, sientate aquí.- señaló a la silla que tenía justo alado mientras él se sentaba frente a un caballete de dibujo y arrancaba el estropicio que había creado en un principio.

- Está bien. Comencemos.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora