XXXIV

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Sunny empezó ayudandole con el encaje del rostro. Movía sus dedos sobre los del muchacho, guiando con aquellas pálidas y delicadas manos las bronceadas y callosas de Diego, que hacían un hermoso contraste con las de ella.

Marcaba con circulos y rallas los lugares que equivalían a sus ojos, naríz, boca, orejas,...mientras le explicaba al joven para que servía cada línea que trazaba. Cuando terminó de guiarle con lo más básico se sentó frente a él y le dijo:

- Ahora te será mucho más fácil fijarte en cada detalle, porque los tienes marcados. Concéntrate y verás como no es tan difícil.

Diego asintió y volvió a centrarse en folio que tenía delante. Sunny no pudo evitar sonrojarse ante la mirada concentrada de chico. Nunca había conocido a nadie con aquellos ojos, tan profundos, tan oscuros, tan...pasivos. ¿ Qué escondían detrás de aquel telón de indiferencia con el que parecía mirar a todo el mundo? El brillo de esas esferas negras imperturbables cambió unos instantes, justo cuando el muchacho le susurró:

- No me había dado cuenta de lo bonita que eres.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora