13-Lloro

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Llegamos a un barrio que da muy mala espina. Se nota que es de lo peor que hay en Londres. Hay un chico pinchándose, niños y niñas jugando con un balón de fútbol pinchado y muy desgastado y gente pidiendo en la calle. Esa gente que pide en la calle luego se gastan todo el dinero en droga, por eso están así.

–¿Dónde estamos? Creía que íbamos a tu casa– le digo mirando las sombrías calles.
Parecen sacadas de 8 millas. Alek aparca en una especie de descampado y me mira.

–Bienvenida a mi barrio, princesita– me dice con una sonrisa extraña. Es una de esas que parecen sinceras pero esconden tristeza.

Salimos del coche y nos ponemos uno al lado del otro y comenzamos a caminar.

–Yo pensaba que...– no me deja terminar la frase.

–¿Qué? ¿Que vivía en una gran mansión en el mejor barrio de toda Londres?– se ríe con sarcasmo.– Pues no, Abbigail, no todo el mundo tiene una vida perfecta como la tuya– me dice ya con un tono más elevado y notablemente enfadado.

–Mi vida no es perfecta. Y no estaba criticando la tuya, simplemente me sorprende que estudies en el Kingdom y vivas en este...sitio– y la vuelvo a cagar otra vez. Mientras lo estaba diciendo estaba pensando en mi gran bocaza.– Que no quiero decir con eso que este barrio sea malo ni nada pero–

–Cállate, Abbigail. Yo estudio en el Kingdom porque trabajo y estudio para mantener mi beca– dice muy enfadado.– Sí, por eso mismo tengo mejores notas que tú, porque me esfuerzo el triple ya que si empiezo a suspender me echan a la puta calle– se para y se pone enfrente mia.– Y este no será el mejor barrio del mundo pero es el mío, y he vivido aqui toda mi vida. No le deseo a nadie por todo lo que he tenido y tengo que pasar para poder estar vivo.

–La gente como yo ni siquiera estudia, pero yo no quería vivir toda mi vida como un barrio bajero sin estudios ni metas en la vida. Tengo un trabajo que me ocupa la mayoría de mi tiempo libre, porque aunque no te lo creas, no soy solo el amigo porrero y mujeriego de tu hermano.
–Y puede que no te importe, pero la gente que has visto ahí fuera, en la calle, mendigando o haciendo otras cosas son gente que no tiene dinero ni para comprarse una barra de pan, y tú preocupándote de que no tienes un bikini de color rojo. Es hora de que empieces a valorar todo lo que tienes, que es mucho–

Me he quedado en blanco. No sé qué decirle. Nunca en mi vida me habría imaginado a Alek de esta forma. Él me mira por última vez y sigue caminando. Yo empiezo a caminar a su lado de nuevo y al final llegamos a una finca de 4 pisos.

Esta hecha una pena, sucia y muy desgastada; debe ser una finca bastante antigua.

Nos adentramos en el portal y Alek frena de golpe y se gira para quedar cara a cara.

–No quiero que entres en mi casa, quédate aquí y espérame. Bajo en 1 minuto– y sin mirarme de nuevo se gira y sube por las desgastadas escaleras.

¿Tan mala persona soy?
Sé que muchas veces no valoro lo que tengo pero no sé. Alek me ha dicho en pocas palabras que soy una niñata pija y consentida, y que además también soy superficial.

Sin darme cuenta estoy llorando.

Nunca nadie me había dicho tales cosas, y lo peor es que son verdad. He juzgado el barrio y a la gente que hay en el de una manera horrible. Y también he juzgado a Alek sin tener ni idea de lo que está pasando.

Me siento en una de las escaleras. Si supiera donde estoy me iría andando, no quiero ver a Alek porque me siento como una estupida.

La puerta del portal se abre y entra un hombre calvo y bastante grande. Me mira y me guiña un ojo antes de subir por el lado que no ocupaba yo en las escaleras. Que asco.

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