5-Ataque de nervios

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Suena la campana y ahogo un grito frustrado.

–Al fin se ha acabado. ¿Soy la única que ha tenido un día aburrido?– pregunta Andrea.

–Créeme, el mío ha sido todo menos aburrido– le respondo riendo.

–Bueno, esta noche nos vemos. Luego me cuentas qué pasó con Theo– Ángela se despide de nosotras y se va.

–Yo me voy con Gabe. Luego nos dices– Andrea también se despide y yo asiento.

Busco mi coche en el aparcamiento y, sentados en el capó están Alek y Erik. Tragó saliva antes de dirigirme hacia mi coche con la cabeza mirando hacia el suelo.

–¿Nos vamos ya?– pregunta Erik. Yo levanto la cabeza y le miro enarcando una ceja.

–¿Nos?– pregunto sin entender.

–Hoy nos llevas a tu casa. Hemos quedado con tu hermano allí para preparar lo de la fiesta. Pero antes tenemos que pasar por el centro comercial para comprar unas cosas– responde Alek como si nada.

–Si creéis que voy a ser vuestro chofer lo lleváis claro. Tenéis dinero suficiente como para pagaros un taxi. No os pienso llevar– aclaró rotundamente.

Alek viene hasta mi y se planta enfrente mía.

–Abre el puto coche y llevanos al centro comercial, Abbigail– me ordena. Yo niego.

–Me niego a conducir para vosotros. Si queréis lo lleváis uno de vosotros– respondo sin perder la postura. Erik y Alek se miran y sonríen cínicamente.

Sé que soy un poco blanda, pero de verdad que acojonan.

–Perfecto– me responde Alek sonriendo. Sin poder evitarlo le sonrío de vuelta.– Sé que te encanto, pero disimula un poco, que tengo una reputación que mantener– me dice mirándome. Luego levanta la vista y unas chicas le miran y le sonríen. Él les sonríe de vuelta.

Eso hace que me de un pinchazo en el pecho.

¿Qué cojones?

¿Él te quiere hacer la vida imposible y tú aquí poniéndote celosa?

–Sube al coche– me ordena Erik. Yo agarro mi mochila y subo a la parte de atrás de mi Porsche.

–¿A qué máxima velocidad has ido?– me pregunta Alek, quién va a conducir.

–Mm ¿al limite? No se, 120, como mucho 130. ¿Por que lo..... Joder!– grito cuando Alek arranca y sale disparado.

–¿Cómo conduces un Porsche a 120km/h? Es un crimen– dice Erik. Mientras, Alek conduce a 135km/h por una avenida en la que el límite es 70.

Se mete el el parking del centro comercial y aparca en un sitio justo frente a la puerta de entrada.

–Cómpranos esto– dice Erik entregándome un papelito doblado. Lo abro y leo:
-Vodka
-Fanta de naranja
-Larios
-Vodka negro
-Ron
-Jack Daniel's

Y muchas más bebidas.

–¿Qué cojones pensáis hacer con esto? ¿Emborrachar a todo el país?– pregunto asombrada.

–No, solo es para los que vamos esta noche a la fiesta de tu hermano. Entra ya– me responde Alek con su tono autoritario de siempre. Yo me cruzo de brazos.

–Tengo 17 años, no puedo ni comprar bebidas energéticas sin que me pidan el carnet– les digo. Ellos se miran y ruedan los ojos.

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