3-Rompiendo sus reglas

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Al fin hoy era viernes, y eso significaba "Girls Party". Sí, así llamábamos mis amigas y yo a nuestras quedadas los viernes.

Hoy tocaba ir de compras y cenar en un restaurante de sushi. Viernes si y viernes no dormíamos todas en casa de una, pero este viernes no tocaba.

Puede parecer un poco tostón, pero realmente me divierto con ellas.

Ya eran las 7:05, así que me levanté e hice mi rutina de todos los días: vestirme, desayunar y cepillarme los dientes. Mis padres no estaban, así que la sirvienta solo había hecho desayuno para Theo y para mi.

Cuando salgo del baño ya lista, el reloj marcaba las 7:35, buena hora.

–Te puedes ir sola, no voy contigo– dice mi hermano sacándome de mis pensamientos.

Le miro y mi ceja se eleva inconscientemente. Llevaba la camisa del instituto desarreglada y por fuera del pantalón. Los zapatos obligatorios del colegio los ha sustituido por unas Vans negras.

–Emm ¿y a qué se debe ese cambio de planes?– le pregunto evadiendo el tema de su ropa.

–A que ya no voy a ir más contigo. Punto– responde antes de girarse y meterse en su habitación.

Rodé los ojos y fui a mi habitación. Cogí la mochila, mi móvil y mi neceser y lo metí todo en ella.

Cuando salí de casa vi el mismo coche negro que trajo a Theo el otro día. Lo observé bien. Dentro de él habían tres siluetas que no conseguía distinguir.

Un portazo me hizo apartar la vista de la ventanilla. Mi hermano Theo me echó una mirada despreocupada y se acercó al coche con un cigarrillo en la boca. Abrió la puerta de atrás y se sentó en el asiento.

Conseguí ver a la persona que iba a su lado.

Erik.

Arrancaron y me quedé allí plantada con un miedo terrible en mi cabeza.

Mi hermano iba con los Black Boys.

¿Cuándo narices ha pasado esto?

Miré mi reloj y vi que faltaban 7 minutos para entrar a clase, así que me apresuré al coche. Conducí con un poco más de velocidad y aparqué en el instituto.

La campana ya había soñado hace 5 minutos, y yo maldecía a mi hermano por haberme hecho entretenerme pensando.

Fui a la puerta y cómo no, estaba cerrada. Solo quedaba una opción.

Entrar por la de atrás.

En mi instituto cuando ya han entrado todos los alumnos y ha sonado la campana, la puerta principal queda cerrada como castigo a los que han llegado tarde. Por suerte queda una trasera donde está la basura y esa siempre está abierta.

Camino hasta dar con ella. Antes de entrar siquiera en el radio de la puerta, veo a mi hermano con los gilipollas de de mi curso y los Black Boys.

¿Cómo eres tan idiota, Theo?

Por esta vez se libra ya que no quiero llegar más tarde a clase.

Llego hasta la puerta ante la atenta mirada de todos los presentes.

–Mira quién está aquí. Señorita idiota protectora– habla el idiota de Dylan.

Pensaba pasar de ellos, pero no les daré el gusto.

–Tu eres idiota a secas– le digo encarándolo. Todos hacen un silbido.

–Me tienes hasta las pelotas, niñata– dice dándole una última calada a su porro antes de tirarlo.

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