Mi madre entró a mi habitación y nos despertó a mi hermana y a mí.
–¡Ya son las siete! –dijo mi madre dándonos un beso a cada una.
Me di la vuelta, hundí mi cara en la almohada y seguí durmiendo.
Cuando conseguí abrir los ojos, me di cuenta de que ya eran las 7:40, así que me levanté de un salto y me puse lo primero que pillé, unos pantalones pitillos, una camiseta de flores y unas botas negras. Me cepillé el pelo y me puse colonia de coco.
Qué guapa estas hoy Claudia... me dije a mi misma con tono sarcástico al mirarme al espejo y ver que tenia unas ojeras difíciles de disimular.
Bajé corriendo las escaleras, cogí la mochila y las llaves.
–¿No desayunas, Claudia? –preguntó mi madre.
–Nunca lo hago. –Le respondí como si fuera la pregunta más absurda que me habian hecho.
–Está bien, que tengas un buen día –dijo con una sonrisa en la cara.
–Gracias mamá, igualmente –le devolví la sonrisa y me despedí de ella dándole un beso.
Eran las 7:47 y a esa hora tendría que estar picando a Lucia y después a Kate (Katherine).
Corrí lo más rápido posible hasta llegar a su casa y piqué al timbre.
–¡Claudia, hay que picar a Kate! ¿Dónde te has metido? –Me dijo Lucia con una sonrisa para dar a entender que no estaba enfadada.
–Ya lo sé Lucia, lo siento. Me he despertado un poco tarde...
Lucia me interrumpió estirándome del brazo para correr e ir a picar a Kate.
Por fin llegamos y ahí estaba Kate, en el banco de su porche escuchando música, lo más habitual en ella.
–¡Kate! –dije dando palmadas para que fuera más rápido–. Vamos que llegamos tarde.
–Oye, no me echéis prisas que habéis sido vosotras las que habéis tardado –responió Kate quitándose los auriculares lo más lento posible.
–Sí, perdón, pero aún estamos a tiempo de llegar al instituto pronto. –Dije agitando las manos en el aire.
–Va tardona –Lucia intervinl riéndose.
–Ya está pesadas.
–¡Por fín! –Exclamamos Lucia y yo a la vez.
Nos reímos y empezamos a caminar a paso rápido.
–La próxima vez, pasamos a picarte a ti, Claudia. –Lucia me miró de reojo con una sonrisita.
–Si, por favor. –Kate respondió riéndose.
Entramos a clase y ahí estaba nuestra profesora, esperándonos sentada en su sitio para empezar castellano, un sufrimiento de clase lleno de risas.
–Como siempre, llegando tarde estas niñas –se levantó nuestra profesora.
–Son las 7:59, falta un minuto para que sean las ocho, por lo tanto no hemos llegado tarde –se defendió Lucia mirando su móvil.
Clentine, nuestra profesora, suspiró y se sentó a la vez que sacaba fichas y más fichas.
Una vez acabada la clase, el timbre sonó.
A la hora del patio pasabamos el rato en un banco distanciado de la gente, y ahi, hablabamos de todo y nos relajabamos un rato.
–Tenemos que quedar si o si, ¡el insti ya se acaba! –dije esbozando una sonrisa gigante.