Bimba me despierta de mi siesta chupándome la cara meneando la cola. La aparto y me limpio la cara con las mangas de mi jersey.
–¡Claudia! –Mi madre me grita desde la cocina.
–¿Que? –Contesto gritando también para que me escuche.
–Arreglate. Ponte bien guapa, va a ser una cena bastante elegante.
–Está bien.
Después de bostezar varias veces, miro mi móvil y el reloj marca las 20:00. Tengo media hora para ducharme y arreglarme. Me levanto poco a poco del sofá para no marearme y me dirijo hacia el lavabo. Me quito la ropa y me meto en la ducha. Me enjuago bien el pelo y me froto todo el cuerpo con una esponja. Una vez limpia, cojo una toalla y me la enrollo en el pelo y hago lo mismo con el cuerpo cogiendo otra toalla más grande. Me seco rápido el cuerpo y conecto el secador mientras me seco el pelo y me lo cepillo.
Subo a mi habitación y escojo un vestido negro, el cual me tapa hasta las rodillas, de tirantes con la espalda descubierta. Me hago un recogido sencillo y me dibujo una línea fina en cada ojo acabada en pico. Me pongo rimel y me pinto los labios con gloss. Una vez maquillada y peinada, me pongo unas sandalias negras a juego con mi vestido y me pongo una de mis colónias favoritas ''Amor amor''.
Bajo las escaleras hasta llegar a la primera planta, el comedor y la cocina. Mis padres se mueven de un lado a otro preparando la mesa y mirando de que esté todo perfecto.
Me quedo de pie en la escalera para que me digan si estoy bien o no pero pasan de mi.
–Ehem –Toso falsamente para que me miren y parece ser que funciona–. ¿Que tal estoy?
Mis padres se quedan un buen rato mirándome sin decir una palabra y al fin mi padre decide hablar.
–Estás guapísima.
Le sonrío y miro a mi madre para que diga lo piensa.
–Wow Claudia, estás preciosa.
–Gracias mamá. –Le sonrío y me voy antes de que diga algo más. Una de las cosas que odio es que me digan piropos. Me pueden decir unos cuántos pero no me gustan, me siento incómoda y no se que decir. La otra és cuando me pongo roja como un tómate.
Subo a la habitación de mis padres sabiendo que encontraria a mi hermana.
–Hola Ivi.
–Hola Clau-- Dios Claudia, estas guapísima. –Mi hermana se queda boqueabierta.
–Gracias, tu también.
Estoy nerviosa por que llegue el momento y por saber cómo es él. Me da miedo haberme pintado demasiado, yo no soy de pintarme y me veo muy rara, pero ahora no puedo echarme atrás.
Faltan 5 minutos para que lleguen y decido pasar el tiempo hablando con las chicas por mensajes y enviándole fotos de cómo voy vestida.
Lucia: ¡Que guapa Claudia!
Kate: Estás para comerte. Ten cuidado con ese vecino. Sus ojos no pararan de mirarte.
Yo: Estáis fatal, pero gracias. Os dejo que acaban de picar. Que nervios...
Lucia: Tranquila, ya verás como todo saldrá perfecto.
Kate: Suerte Claudi.
Me miro por última vez al espejo y bajo todas las escaleras hasta quedarme sentada en el sofá con mi hermana.
''Blub''
Mi móvil suena y si no recuerdo mal, ese tono me indica de que tengo un mensaje. Lo abro y el nombre ''Dylan Traice'' ilumina la pantalla. Sin querer sonrío al ver su nombre y lo abro.
Dylan: ¿Nerviosa?
¿A qué viene esa pregunta? Yo no le he contado nada de que venian mis vecinos. Mi cabeza estalla de preguntas y dudas hasta que le pregunto.
Yo: ¿Por qué?
Dylan se desconecta sin responderme. Me pongo nerviosa porque no entiendo nada de lo que acababa de pasar pero intento no pensar mucho.
Mis vecinos empiezan a subir las escaleras y se presentan uno a uno.
–Hola, me llamo Rose, encantada de conocerte. –Una mujer muy agradable se me presenta con una sonrisa.
–Hola encantada, yo soy Claudia. –Nos damos dos besos y detrás suyo sube su marido, o eso creo.
–Buenas, soy Eduard. –El hombre muy amable me da dos besos también.
–Encantada, yo soy Claudia.
Por fín sube un chico. Me quedo de piedra al ver lo alto que és. Su rostro me resulta muy familiar y cuando llega a mí se presenta.
–Hola. Me llamo Martin, tu eras... –Intenta recordar mi nombre pero cada vez se pone más rojo así que le hago un favor y le ahorro el momento incómodo.
–Claudia, encantada. –Digo sonriendo y me da dos besos.
El chico es muy guapo pero parece que tenga por lo menos 20 años, como mi hermana.
Una vez nos presentamos todos, nos sentamos en el sofá a hablar de cosas de adultos poco divertidas cuando viene mi madre y me susurra de manera que solo puedo escucharlo yo:
–Su otro hijo, el de dos años más que tu, ahora viene. Tenia que atender unos asuntillos.
Me la quedo mirando media hora pensativa. Osea que hay otro chico a parte de Martin. Que ganas de verlo, ojalá sea igual de guapo...
Llaman a la puerta.
–Oh, ese debe de ser mi hijo. –salta Rose de un golpe.
Mi madre baja a recibirlo y cuando suben me lo presenta.
–Claudia, este és...
Me quedo petrificada al ver ese rostro tan peculiar. No puede ser. Mis mejillas empiezan a sonrojarse hasta convertirme en un tomate maduro.
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