3. Mentiste!?

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-Estoy en cinta! -dijo Kara.

Todo a mi alrededor giró, los colores eran más vivos, era como si por fin descubriera el significado de la vida.

-Eso es... Magnífico. -dije al borde de las lágrimas.

Ella lloraba, pero no era de felicidad, era tristeza, no comprendía el por qué hasta que ella dijo:

-Debo casarme con  Alexander, de lo contrario ambos seremos colgados.

Mi cuerpo se heló, mi corazón parecía querer salirse por mi garganta.

-No.

Ella asintió mientras las lágrimas caían en su rostro por su hermosa piel de porcelana.

No recuerdo mucho de mi regreso a casa, a duras penas recuerdo haber llegado. Cuando llegue estaba mi padre.

-Sabes muchacho. Sabía que eras estúpido pero no sabía que tanto.

Lo observé algo molesto, de nuevo no sabía que hacer o decir.

-No te hagas el sorprendido niño, tuviste sexo con tu amada que esperabas que ocurriera?

-Espero estés feliz, padre. Al fin me separare de ella.

Él negó con su cabeza y luego dijo:

-Estaré feliz cuando cumplas con tu misión... Ya sabes matar a la descendencia de mi hermana Atenea, y no permitiendo que nuestros dones se mezclen con los de ella.

Me quede impactado al escuchar lo que Ares, mi padre, me pedía, pero no podía ser cierto.

-Estas pidiéndome que asesine a Kara? - dije horrorizado.

-Si - dijo Ares como si eso fuera lo más normal de la vida.

-No!

Ares sonrió y dijo:

-No? Prefieres ver a tu amada casarse con otro,  nunca ver a tu hijo, que matarla?

Asentí. Ares frunció el ceño y dijo:

-Bien espero aceptes vivir con ese peso en tu conciencia. Luego no me pidas consejo, ya que todos los has despreciado.

El tiempo transcurrió, la boda se llevo a cabo, hubo una semana de celebración ya que Grecia y Roma al fin eran aliados.

Al finalizar la semana de celebración.  Alexander y mi hermosa Kara se marcharon. La vida en Grecia siguió tan aburrida como siempre hasta que al pasar los meses llegó la noticia más triste de mi miserable vida.

-Es imposible! -dijo una señora que pasaba.

-La princesa, tan joven y hermosa.-dijo el joven que acompañaba a la señora.

-Y el bebé! Es una pena. -dijo la señor.

Mi corazón latía con fuerza, tenía pánico algo le había a mi hermosa Kara y a mi hijo. Corrí a mi casa, al llegar mi madre quien sabía todo, me observó con los ojos vidriosos.

-El bebé de la princesa murió al nacer. -dijo ella con voz ahogada.

Negué con la cabeza, mientras intentaba que mis lágrimas no salieran.

-Y... y... la princesa se quitó la vida por la depresión.

-No. -replique suavemente mientras mis lágrimas caían sin cesar.

Presente.

-Así que... tu amada se suicidó por depresión post-parto? - dijo la chica frente a mi.

Ella estaba con los ojos vidriosos, asentí levemente, recuerdos de mi  dolor en ese momento invadieron mi mente.

3000 años atrás.

Luego de pasar por mi propio luto, caminé hacía la playa donde mi padre había hablado conmigo por primera vez. Simplemente me senté en la arena, esperando que mi padre apareciera. Al caer la tarde, la lluvia se hizo presennte, al igual que mi padre.

-Debiste seguir mi consejo! -dijo este sentado junto a mi.

-Quizá. Pero no soy capaz de quitar una vida inocente.

Él rió y luego dijo:

-Recuerdas que hace algún tiempo rechazaste todos y cada uno de mis consejos, hijo mio.

Lo miré expectante, hasta que Ares añadió:

-No vas a tener mi fuerza y mucho menos mi bendición. Te comente hace algún tiempo que estaba intentando controlar mi ira, pues no lo conseguí.  Y justamente por eso hijo mio, recibirás un castigo.

-Qué?

Él sonrió de medio lado y luego me golpeo.

No recuerdo mucho más después de eso, desperté sobresaltado, regrese a mi hogar e intente quitarme la vida, sin embargo, resulto inútil. Seguía respirando, intente de una y mil maneras quitarme la vida, poco a poco noté que todos a mi alrededor envejecían exceptuándome. Mi madre murió por causas naturales, mis amigos envejecían mientras mi juventud seguía intacta. Vi caer Grecia, vi como Roma creció y cayo, pasaron tantos siglos hasta que la encontré de nuevo, nuestro amor floreció de nuevo. Claro esta vez mi padre apareció también, y cuando lo hizo sólo dijo:

-Sigo enojado contigo, niño. 

-Quiero recuperar mi mortalidad! Dámela de regreso!

-Para qué? Para que salgas corriendo tras esa chica! Esa hija de Atenea! Si la quieres deberás pasar realizar varias tareas. 

-Cuales? Hare lo que sea con tal de recuperarla! Dime!

Debí saber que no iba a ser sencillo, nunca lo es, siempre hay alguna trampa.

-Bien.1. Debes matar un Khalkotauroi.

-Un qué?

-Un Toro de Colquide. Luego debes capturar a Cerbero, sacarlo del inframundo. Como tercera tarea debes pelear conmigo, si cumples todas las tareas, recuperas tu mortalidad.

Y así fue, realice las tareas, casi muero en las primeras pero al final salí victorioso. Al finalizarlas estaba agotado, a pesar de ello cumplí con mi ultima tarea, mi padre estaba tan furioso que intento matarme varias veces.

-Cumplí con las tareas, ahora dame mi mortalidad! -Dije agotado.

-Creo que olvidé decírtelo muchacho, recuperas tu mortalidad sólo si sales victorioso en todas las tareas, y como lo notaste, no me venciste.

Estaba anonadado y molesto.

-Mentiste!? -dije.

-Eres todo un genio, uno muy ingenuo. En serio creíste que recuperarías tu mortalidad tan fácilmente. En serio creíste que olvidaría . No seas ingenuo, niño. 

Presente. 

-Asi que... fui engañado por mi padre. -dije con la vista perdida.

-Lo siento. -dijo ella suavemente.

Alce mi vista hacia ella, era tan hermosa como la primera vez que la había visto.

-No es tu culpa -dije suavemente- en fin he enfrentado y realizado las tareas a través de lo siglos, cada vez que mi amada aparece debo realizarlas, he fallado en mi ultima tarea tantas veces, que no pienso hacerlas esta vez.

Sus ojos brillaron con gran interés.

-Eso quiere decir que ella esta viva? 

La Maldición De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora