9. Federal Express

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Luego de unos segundos de silencio simplemente dije:

-Hay que buscar algún puesto de Federal Express, vamos debemos encontrar una sucursal. 

Empece a caminar, luego de unos metros note que no escuchaba pasos, me voltee y vi que Katherine seguía en el mismo lugar, así que dije:

-Piensas moverte?

-No tengo por que, tengo entendido que sólo soy una carga para ti, no? Además, muero de sueño, allá hay un motel -dijo ella señalando un motel al final de la calle- tengo sueño, iré a dormir,  luego regresare a Nueva York y fingiré que nada de esto paso, fue lo que dijiste, no?

-Te estas comportando como una niñita mimada! No eres ninguna carga! Además, si te vas sola, mis hermanos te atraparan y no sé de que son capaces!

-Reitero, eres un idiota!- Ella dijo, después dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el motel.

Me quede en pie viéndola irse, no sabia que hacer, dude por unos segundos, maldije y la seguí. 

-¿Qué haces? -dijo ella cuando la alcance.

-Caminas muy despacio y también tengo sueño- mentí sin darle importancia.

Al llegar al motel pedimos dos habitaciones, la mujer atendiendo nos observo extrañada y pregunto si estábamos seguros. 

-Si. -dijimos al unimismo. 

-Bien- dijo la chica algo confundida.- El único problema es que sólo nos queda una  habitación para dos.

-¿¡Qué!? Tiene que ser una broma! No puede ser posible! -dijo Katherine.

Puse mis ojos en blanco, pensé por unos segundos, lo que resultaba difícil ya que Katherine no hacia silencio. 

-¡Katherine! ¡Calla! Tu te quedas con la habitación, yo dormiré en algún otro lado. 

 Ella se quedo en silencio, mientras yo caminaba hacia afuera. 

Katherine. 

Observe a Nathan irse, no sabia que hacer realmente no quería que él pasara la noche solo y con frió.

-Demonios! -dije mientras salia a buscar a Nathan- Entra! -añadí cuando lo vi.- No puedes dormir a la intemperie. 

Él me observo por unos segundos y luego camino junto a mi.

-Gracias. -dijo.

Caminamos juntos hasta la habitación la cual era pequeña una cama matrimonial, un televisor, y un pequeño baño. Nathan observo el lugar y dijo:

-Bien, tomaré una almohada y una sabana, dormiré en el suelo. Antes tomaré una rápida ducha.

Lo vi entrar al baño, escuché el agua correr. Respire profundo mientras pensaba en por qué había ido tras él. Era un tipo bastante odioso pero había algo en él que me hacia sentir viva, me hacia sentir diferente, me hacia recordar mis sueños. Luego de unos minutos escuche el grifo cerrarse, y él salio sin camisa, pude observar un abdomen marcado y varias cicatrices, esto antes de quitar la mirada. 

-Lo siento, es que deje mi mochila fuera... La olvide.- dijo él avergonzado. 

-Claro. -dije mientras evitaba ver su abdomen. 

Luego de un tiempo ambos logramos dormir, o bien eso suponía. Al despertar vi a Nathan viendo por la ventana, su ceño estaba fruncido y la luz golpeando levemente su rostro, note lo hermoso que era, luego pensé que quizá no se había percatado que estaba despierta. 

-Buen día.- dijo él viendo aún viendo por la ventana. 

Sonreí levemente y respondí:

-Buen día.

-Quería disculparme, nunca debí de haberte arrastrado conmigo.- él hizo una pausa y continuo.- tenias razón, debes regresar con tu prometido, él puede protegerte. 

Me quede en silencio por unos segundos y luego dije:

-Bien, llamare un UBER y me iré con él. De regreso a Nueva York.

Nathan asintió levemente sin verme. Entre a la ducha y llore un poco, era estúpido pero no quería dejarlo, no quería estar sin él. 

Nathan.

Luego de un tiempo Katherine salió de la ducha, estaba algo sería. Sin embargo, preferí no hacerle caso debía concentrarme en pasar las pruebas.

Katherine y yo tomamos un pequeño desayuno, ella llamó un taxi el cual llego luego de unos 20 minutos de espera.  La vi montarse en el taxi  e irse. Observe el taxi hasta perderse de mi vista.

Respire profundo y chiflé, luego de unos minutos una carroza infernal llego, miré a uno de los zombies de mi padre, aunque ellos odian ser llamados así prefieren llamarse: Sindicato de Marineros cuya vida se dio en tributo a Ares.

-Necesito ir a Federal Express. -dije mientras me subía al taxi.

El zombie llamado Jorge me observó algo molesto, le devolví la mirada y añadí:

-Deja de mirarme así Jorge, sabes tan bien como yo que debo hacerlo. 

El zombie me observó por unos segundos y simplemente empezó a conducir, luego de un tiempo llegué a una sucursal de Federal Express. Me bajé del taxi y busqué a Hermes, al llegar este estaba sumamente entretenido envolviendo un paquete.

-Ya es tiempo? -dijo este sin verme. 

-Si, lastimosamente lo es. -respondí desanimado.

-Ah! Muy bien, si ya es hora... -este lo pensó por unos segundos luego dijo- olvídalo no te voy a guiar... Ya sabes donde esta todo.

-Bien, gracias Hermes.

-Si, claro. -dijo él aún entretenido con el paquete- Ah y Theo! -añadió levantando su mirada del paquete- presiento que esta vez si lo vas a lograr. Buena suerte.

Asentí un poco y caminé al hangar, vi un pequeño avión y lo tomé.

Volé por el océano Atlántico por unas once horas, aproximadamente. Era algo agotador, pero ya llevaba veinte años sin dormir o descansar, un par de horas más no harían la diferencia.

La Maldición De AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora