DARK KISSES ━ CHANGLIX

¡ uno !

—¡Vamos Felix! Solo una vez —Chan gritó bailando en el medio de la pista.

—¡Por favor! —Hyunjin sacudió un tanto bastante fuerte al pobre australiano menor.

Lee se negaba rotundamente a dejar su asiento para ir a buscarles algo de tomar a sus mayores. Él estaba muy cómodo ahí y no tenía planeado moverse. La parejita hacía pucheros y poses tiernas para convencer a Felix de que vaya a buscar dos bebidas. ¡Pero Felix odiaba lo tierno y dulce!

—No van a conseguir más que espantarme si siguen haciendo esas caras, par de tontos.

—Eso intentamos, Lix —Bang rió y tomó del brazo a Hyunjin para seguir bailando al ritmo de la música electrónica.

Con un pesado suspiro, Lee dejó su querido asiento y se dirigió al baño, haber tomado tantos tragos le había hecho mal. Una vez terminó, lavó sus manos y su cara, intentando despabilarse; ya era tarde para ser un jueves y quería irse a dormir. Peinó sus cabellos rubios y salió.

No había dado más de cinco pasos cuando sintió que una mano lo agarraba por la muñeca y lo empujaba contra un rincón.

Su espalda golpeó contra la pared, provocando que un leve quejido se escapase de sus boca. La poca luz no lo dejaba ver nada y eso lo molestaba mucho más que el hecho de tener a alguien tan cerca suyo.

Iba a quejarse, a gritar, y a pegarle a la otra persona si era necesario. Pero no pudo, sobre sus labios, había otros labios. Eran suaves y dulces como la miel; se movían suavemente sobre los de Felix, apenas rozándolos con su lengua.

Las manos contrarias sostenían a Lee por la cintura, y lo acariciaban de tal modo que bloqueaba el sentido común del australiano, quien se dejaba tocar sin quejarse.

El beso nunca fue más que eso. Nunca aumentó su intensidad ni excitó a las dos personas que participaban.

—¿Quién sos? —indignado, Felix se separó levemente de quién le había robado aquél hermoso beso.

—No es necesario que lo sepas.

La voz pertenecía claramente a un hombre, del cual Lix solo podía ver una silueta muy deforme. Pero era todo tan hermoso. Sus labios, su voz, sus manos, su aroma a cerezas. Todo.

Felix no notó que aquél muchacho se había ido y lo había dejado solo en un rincón oscuro hasta que quiso besarlo nuevamente y no lo encontró. Rechistando, volvió a donde estaban sus amigos.

—¿Y nuestros tragos?

—Oh —miró torpemente sus manos y luego nuevamente a sus acompañantes—, me los había olvidado.

-martes 06, agosto. 00:05