KODAMA Y KAPPA

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Había una vez un kodama que vivía solo cerca de un lago. No siempre fue así, por un tiempo estuvo acompañado de todos sus amigos, pero el paso del hombre en esa zona los hizo desaparecer uno a uno. Todos los días salía en busca de más como él, aunque siempre regresaba triste y sin éxito.

Pasó el tiempo y el mismo hombre que lo había arrinconado a la soledad le trajo la felicidad de la compañía. Los aldeanos le dedicaron un templo, si bien la urbanización le había restado la majestuosidad que en épocas anteriores gozaba, el pequeño terreno de bosque que aún se preservaba era el orgullo de las personas.

El templo era muy visitado, continuamente le eran dejadas ofrendas y en variadas ocasiones escuchaba los rezos que le eran dirigidos. Lamentablemente no podía darles mas dinero, suerte en el amor o en el trabajo pero procuraba que el aire, el sonido de los arboles con el viento y el aroma de las flores fuera lo suficientemente relajante como para aliviar sus penares.

El pequeño kodama nunca albergó sentimiento alguno de odio hacia quien le quitó a sus amigos y ahora incluso los amaba. Sus salidas en búsqueda de compañeros cesaron, hasta que una tarde lluviosa un kappa se presentó en su recinto. Feliz le ofreció alojamiento el tiempo deseado a lo que el kappa aceptó gustoso. Ambos se hicieron amigos muy cercanos.

La felicidad del espíritu se quebrantó cuando escuchó el llanto de muchos padres. Ahora los rezos no solicitaban riquezas o parejas sino a sus seres amados en casa. Bastantes niños habían desaparecido sin dejar rastro. Desconsolado por no poder ser de ayuda le contó lo sucedido a su amigo quien le reconfortó: "No te preocupes, ya volverán"

Pero las palabras del kappa no se cumplieron y los infantes seguían esfumándose. Atormentado, intentó salir del templo y del bosque para buscar por su cuenta, a sabiendas de que se debilitaría o incluso podría morir, a tiempo fue detenido por un baku.

"Morirás si sales del bosque"

El asombró por conocer a un segundo ser similar pasó a segundo plano. La desdicha era su principal emoción ahora. Decaído le relató lo acontecido en su amado pueblo.

"Me siento inútil de no hacer nada por los pobres seres humanos, están sufriendo y no sé como ayudar"

"¿No lo sabes? Si expulsaras al kappa de tu templo, todo regresaría a la normalidad"

"¿A mi amigo?"

"Los niños son el alimento favorito de los kappa. Todo ese dolor se ha manifestado en pesadillas, por eso he venido, me he dado un festín"

El kodama no podía ni quería creer tal afirmación, y así, cegado por su amor evitó la realidad. Las personas comenzaron a irse de ese pueblo, lo habían tachado de estar maldito. El templo fue abandonado pero esta vez el kodama no se sentía solo porque su amigo estaba con él.

"Así estamos mejor" le dijo el yokai.

"Pobre e ingenuo espíritu" pensó el baku al verlos abrazados desde lejos.


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Curioso. ¿Por qué había soñado con eso?, si no mal recordaba aquel fue el último cuento que le había leído su difunta madre cuando aun estaba sana. Se sentía cansado y con el cuerpo pesado, como si no hubiera dormido. Giró su vista hacia su reloj, alarmado, se levantó de la cama al ver la hora. No podía ser posible, ¿tanto había dormido? Ya eran las diez de la mañana.

Hermano (KEVEDD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora