Capítulo 36 :Estrellas fugaces.

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Lo peor fue la semana siguiente, había tenido dolores de cabeza muy fuertes que hacían que llorara.
-Sara, respira- me decía Adam de rodillas en el piso al lado mío.
No podía recordar en qué momento había llegado hasta el rincón.
-Solo quiero que pare!- le gritaba con la cabeza encima de las rodillas.
En algún momento ya no me reconocía, la Sara de antes se había esfumado. Solo quedaban las sobras. Y aún así Adam seguía a mi lado.
Llegué a desmayarme no por el dolor, sino por la sangre que perdía por mi nariz.
Airis no podía con eso. Liam siempre la acompañaba. Y lo único que yo quería es que nadie me viera haci.
Pero lo único que agradezco que dentro de toda ese tormento hubieran momentos felices.
Después de todo era lo mínimo que podía hacer.
Ya no pude trabajar y eso fue lo que me deprimió más. No podía hacer lo que más amaba. Escribir.
Cuando todo era tranquilo Adam se iba a trabajar a regañadientes, aunque dejaba a Airis conmigo, el señor Parker le dio "vacaciones" de medio tiempo. Y a eso se refiere a cuidarme. Estaba harta de ser un obstáculo para todos, pero había prometido no volver a alejarlos y debía cumplir mi promesa ya que era lo único que tenía.
-Airis- ella estaba en el sillón leyendo una revista.
Levantó la vista.
-Te puedo pedir un favor- le dije sonriendo.
La sonrisa ya no era difícil de dibujarla en mi rostro.
-¿No puedo traerte alcohol?- me respondió.
Eso sí me dio risa.
-Hay una pequeña caja, en la parte de abajo de mi mesa de noche- se levantó de su asiento- podrías entregarla a Adam.
-¿Cuándo quieres que la entregue?- me pregunto.
- una semana después de mi funeral- la vi a los ojos.
-No digas eso- aventó la revista al sillón- detesto que digas eso.
-Airis, debemos ser realistas. Siempre lo fuimos. Tarde o temprano va a suceder- suspiré profundo- Y lo sabes.
-Sabes, nunca te contradecí en la decisión que tomaste por qué se lo mucho que es para ti tu familia. Y por qué no querías cancelar ni abandonar nuestro sueño. Y tampoco juzgue cuando terminaste con Adam por Jessica. Pero ahora sí.- se acercó más a mi- Tu no morirás.
-Airis, no digo que moriré hoy o mañana. Pero va a llegar. ¿podrías entregar la caja por mi?.
-Sara por Dios no juegues conmigo- estaba enojada-No vez el esfuerzo que todos están poniendo por ti.
-Te juro que doy lo mejor de mi- mis ojos se cristalizaron- tu sabes lo difícil que es fingir sonreír todos los días. Tener que estar aquí conectada a todo eso- señale las maquinas- poder ver a la cara a mi madre y no romperme en llanto- las lágrimas rodaron mis mejillas- y darle a Adam la esperanza que necesita para no romperse- suspire- te lo juro doy todo de mi.
-Perdóname- me dijo bajando el rostro.
-Airis, tu eres mi mejor amiga. Te quiero demasiado y quiero que sepas que toda la vida te estaré agradecida por estar aquí. Por aceptar mis decisiones y apoyarme siempre.
Me dio un abrazo.
-¿Cuándo quieres que entregue esa maldita caja?- me dijo soltando me y limpiando sus lágrimas.
Le sonreí.

***

Los días en el hospital eran largo. Creo que hasta me hice amigo de la máquina de dulces.
-¿lista para seguir leyendo?- me decía Adam entrando a la habitación.
-Esperaba con ansias desde ayer este momento- le dije haciendo espacio en mi cama.
-Hola hermosa- beso mi frente- ¿qué tal hoy?- se sentó al lado mío.
-Volví a hablar con la máquina de dulces- le sonreí.
-Interesante- tomo el libro de la mesa de al lado- ¿Qué almorzarte hoy?.
-pollo, con esa maldita gelatina - le respondí con un puchero.
Y se me ocurrió una idea y le sonreí.
-No me mires así- me dijo de sorpresa- por mucho que te ame no desobedecer al doctor.
-Por favor- le sonreí- solo una vez.
-No - me decía sonriendo- no me convencerás.
-Ten piedad - le hacia caras- me volveré loca aquí si no como más que pollo y verduras.
-No es tan malo- me respondió.
-¿Cambiamos?- le sugerí.
-Daría todo por cambiar contigo- me miró a los ojos y acomodo y me mechón de cabello detrás de oreja.
Y dejó el libro en la mesita.
-Traje algo para ti- me dijo muy sonriente.
-¿Enserio?- quería saber que era.
Buscó en la bolsa de su pantalón y saco un anillo de metal.
-¿No creas que voy a pedirte matrimonio?- me dijo burlándose- Aunque ganas no me hacen falta- volteo a verme - se que me dirías que no.
-hombre sabio- le respondí.
No crean que no quisiera casarme con el. Sería mi sueño. Pero no aceptaría por qué solo haría más profunda la herida.
-Es piedra de luna- me dijo deslizándolo en mi dedo índice- es una piedra blanca con destellos azul.

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