9. ¡No te me pegues sabandija!

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Eros ya había terminado con su labor, y solo le restaba ir a la cama.

Pero hay un problema.

Es la primera noche en que él dormía con alguien, además de sus almohadas, y lo peor era que se tendría que acostumbrar.

—Christopher me iré a dormir ¿no vienes? —afirmó mientras quitaba los botones de su camisa.

—¿Me estás invitando? —interrogó con su mirada impregnada de lujuria —¿Estás seduciendo mi sensual cuerpo, pequeño travieso? —susurró acercándose a Eros, soltando el libro que leía —Por que ahora mismo, lo estás haciendo muy bien —continuó hablando con un inmenso deseo de pegarse a él.

Eros lo empujó.

El chico, aunque era delgado no era pendejo; se las ingenió para quedarse encerrado en la habitación, sin que el dueño de este y todo el apartamento entrara allí, se terminó de quitar el traje color olivo que había lucido en la cena, tomó unos calzoncillos del largo de su rodilla y se los colocó tirándose en la mullida cama, tomando como prisionera a una blanda y esponjosa almohada hasta quedar en un profundo sueño.

Al despertar, se encontró capturado por unos grandes y marcados brazos que no lo dejaban escapar.

Trato muchas veces de liberarse y no lo consiguió.

En fin, luego de mucho pensar el pequeño rubio comenzó a deslizar su delgado cuerpo cual serpiente para así poder salir del fuerte agarre, por desgracia Christopher apretó aún más al chico, provocando que el menor usara métodos de contingencia, de los cuales se iba a arrepentir toda su vida.

El rubio tomó el sexo del mayor y lo apretó como si fuera un vegetal, no quería herirlo pero era lo único que se le ocurrió después de haber gritado un sin número de veces para hacerlo despertar.

Christopher tenía el sueño pesado, o eso era lo que creía Eros...

—Si lo agarras con más ternura —susurró adormilado el mayor —Entonces podrías continuar —continuo balbuceando complacido —Muchas gracias por despertarme —agradeció pícaro.

—¡Yo solo lo hice porque estabas dormido! No malinterpretes las cosas maldito —exclamó nervioso e incómodo. —Ahora podrías soltarme, tengo hambre y si no sabes, soy un ser humano y necesito ingerir alimentos —recalcó notando los grandes brazos y mirando al moreno con furia —¿Que? ¿No me vas a soltar sabandija?

—¿Cómo un cuerpo tan pequeño, puede ser tan rabioso? —comentó besando la frente de él —Te soltaré ahora solo necesito que me devuelvas el beso —propusó dominante.

Eros mordió su hombro y jalo su cabello para poder liberarse de su captor maldiciendo y gritando groserías a su nuevo “jefe”. Llegó a la lujosa cocina de la que aún no se acostumbraba e hizo un desayuno básico y económico, aunque los ingredientes eran un poco caros tanto que comprar alguno de ellos le tomaría un mes sin dinero para la renta de su antiguo departamento.

—Que bien luce eso —susurró al oído del chef —Eres rápido, tal vez considere convertirte en mi esposo —suguirió el mayor espantando al rubio.

—¿Es que no puedes hablar de una manera normal, sin asustar a la gente? —interrogó enfurecido —No tienes un trabajo, vete a bañar si no quieres llegar tarde maldito.

—Claro hermoso —contestó luego de besar su mejilla.

—¡Deja de pegarte maldita sanguijuela!

Cuando Eros estaba terminando de poner los platos a la mesa de la cocina, de nuevo apareció su novio temporal vestido con un traje beige que hacía marcar su cuerpo trabajado en el gimnasio. Los dos comenzaron a comer, sin embargo cada cierto tiempo el mayor miraba como comía Eros, fijándose en sus delicados labios un poco humectados por la grasa y el jugo que se pegaba a su boca.

Los minutos pasaron, ya era hora de que el león saliera de su jaula y dejara a su pequeño conejito cobijado en su cueva; tomó su maletín y salió disparado a la compañía de su familia.

Al llegar a la empresa todos lo saludaron con respeto por ser hijo del director el cual lo convocó, Chris como niño obediente fue hacia la oficina del presidente.

—¿Hijo cómo está Eros? Tu madre y yo quedamos muy complacidos tal vez deberíamos cancelar el compromiso, ese joven me parece un buen chico.

—Pues claro, es que mi Eros es muy diligente. —Afirmó triunfante —Respecto al casamiento concuerdo contigo, deberíamos parar ahora antes de que se haga peor ya que los medios están impacientes por saber si se hará o no el dichoso matrimonio —afirmó Chris alegre pero muy recatado para que no se le notará la satisfacción de escuchar las palabras dichas por su padre.

Soy gay por tu culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora