22. Violando privacidad

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—Lindo, listo, y además con una boquita llena de imaginación, de verdad que Christopher se saco el premio gordo contigo, porque no lo llamamos y le decimos que venga a buscarnos pequeño Eros. Tal como el dios de la lujuria, serás tan ardiente en la cama como lo es ese nombre tuyo, me pregunto si esto hará que te sometas —dictó el desconocido, colocando un afrodisíaco en el vaso de vodka del rubio.

—Acaso me crees puta callejera, por favor cariño, esto es todo lo que tienes  —alardeo bebiendo así el contenido de su vaso.

—Eres muy atrevido la verdad, no creí que lo bebieras todo. Vamos a esperar que tu esposo venga a recogerte hermosura —anunció al tomar una foto queriendo lamer la mejilla del chico, para así enviarla a un contacto. Christopher Nolan.

El teléfono de mayor vibró, era un número desconocido, un una imagen perturbadora a sus ojos, alguien que ya conocía estaba haciendo de las suyas y iba a por el rubio.

“Aquí está tu nuevo juguete, ven y vamos a jugar todos juntos”.

Decía el mensaje debajo de la fotografía, indicando la dirección de un motel ¿Acaso iba a violar al andrógino? Iban a hacer lo que él no pudo en esos diez meses que pasaron juntos.

La mente de Chris solo tenía una meta. Salvarlo, salvarlo igual que con la persona que amo en su juventud, ese joven de ojos negros, tan inocente y puro al cual le arrancaron su castidad y que ahora la historia estaba por repetirse.

Esto era el destino diciéndole que no le era permitido amar, que era imposible para el tener una vida estable, que no era posible alcanzar la plenitud y paz con su pareja. Siempre fue así, siempre fue él contra el mundo, y los miles de estereotipos creados para convivir y decidir que era apto y que no era apto.

“No pueden gustarte los chicos”

“Hombre y mujer, esa es la armonía”

“Clavo y martillo, tornillo y tuerca”

Tantas frases, dichos y hechos que perturbaron la mente del joven e inocente Christopher, imponiendo cosas que él no quería, planeando su futuro, como si fuera una pieza de ajedrez que solo tiene movimiento cuando es necesario y a donde es dictado.

Él estaba más motivado que en el pasado, mientras conducía recordaba todos los momentos que pasó con el ojos verdes, que llenaban su vida de sentido. En el cuarto número 666, con los pantalones al suelo; atado con su propia corbata a la cama, con un par de ojos desorbitados y sus mejillas sonrosadas Eros yacía ahí embriagado por el afrodisíaco que él, por voluntad propia ingirió.

—Pero bueno si es el príncipe azul de este maravilloso cuento de hadas. Mira a tu princesa tan bellamente delicada y frágil, crees que necesita un empujón para ver que tan puta puede ser...

El contrincante no pudo decir más debido al golpe que le propició el moreno, esas palabras fueron el detonante para que él estallará, su furia era inmensa y cuando finalizo de darle su paliza, liberó a Eros y lo envolvió en las sabanas para llevarlo a casa. Hogar dulce hogar, un lugar que había sido un hermoso nido de amor y odio. El mayor colocó al joven en la cama y se escucharon unas dulces y casí mudas palabras...

“Gracias por salvarme”

—No tienes que agradecer nada, es lo menos que puedo hacer ahora.

Luego de eso, Chris se retiró a la sala, buscó un calmante para combatir contra el afrodisíaco y se lo dió a beber al ojos verdes.

—¿Qué raro que no intentas violarne?

—No voy aprovecharme de tu pésima situación. Soy terrible lo sé, pero violador nunca, no hago nada que no quiero que me hagan. Basta de charla, bebelo esto te ayudará, descansa —recitó para luego dejar al pequeño descansar y asimilar la situación en la que se había metido.

«Ese era Kyke ¿Cómo demonios sigue en esta ciudad? Tendré que averiguar que esta haciendo aquí y cuales son sus planes ¿Y si Jacob esta con el? ¡Tego que proteger a Eros de esos bastardos! —dictó en sus adentros sentado en la sala de estar, recordando las dulces palabras que le había dicho su conejito hace ya unos momentos —Buenas, detective tengo otro individuo que deseo identificar, pero esta vez quiero saber las razones de su estadía en la ciudad —enunció.

—Lo que usted me mande yo lo hago, dígame de quien se trata esta vez —habló tras dictara.

—Perfecto —enunció el mayor proporcionando la información básica al investigador para dar con la información que él requería.

Un largo sábado por la noche, lleno de persecución había culminado y los rayos solares del ansiado domingo comenzaron a rasgar las ventanas del apartamento.

La calma después de la tormenta. Había sido espectácular haber evitado lo sucedido la noche anterior, pero, para Chris encontrar a esos dos era inevitable para poder proteger a su amor, ahora más que nunca.

Soy gay por tu culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora