Mamá.

5.4K 108 6
                                    

Desperté y era de día ya, Brad estaba despierto también. Me miró  y dijo

- Sabes que me encantaría?

- ¿Qué? - Pregunté.

- Que todo fuera diferente, que no despertaramos aquí, sino en mi casa. Poder llevarte el desayuno a la cama, ducharnos, ver la TV juntos, que cuando yo salga del trabajo lo único en lo que piense sea en volver a casa para verte, besarte, abrazarte... Y no venir aquí, hacer eso aquí... Está  bien, no tienes que casarte conmigo, pero por lo menos ven conmig...

- Sí, sí iré contigo.

- ¿Estas bromeando? -Preguntó, estaba atónito.

Sonreí y lo abracé.

- No estoy bromeando, quiero que vivamos juntos, tú y yo.

Entonces el parecía haber recibido la mejor noticia de su vida, como si se hubiese ganado la lotería. Estaba tan emocionado.

- Pero...

- Pero... ¿qué?

- Iré a vivir contigo, pero no dejaré de trabajar aquí -Dije

Entonces  su linda sonrisa  se borró de su rostro.

- ¿Entonces? Vivirás conmigo pero aún así seguirás trabajando aquí? De verdad que  no, no te entiendo... Quieres acaso que, yo siga viniendo aquí también para acostarme contigo? Porque  yo no permitiré  que te acuestes con alguien más que yo.
Y siendo así, no cambiaría nada Tahia, estaríamos repitiendo lo mismo cada día, sólo que ahora te estarás quedando en mi casa... por favor, esto es ridículo. No me hagas esto Tahia, sino vas a cambiar esa loca idea de seguir trabajando aquí, sin ninguna necesidad, entonces no quiero que vengas a vivir conmigo  y lo siento pero es mejor que yo tampoco siga viniendo, ni insistiendo más, ya me harté.

Agarró su abrigo y se fue, no me dio tiempo de defenderme, pero en realidad el tenía la razón, yo no tenía excusa...

- Por Dios que estoy haciendo -Pensé

Salí lo más rápido que pude, corrí a alcanzar a Brad, apenas iba a salir del bar, estaba hablando con Jhon que aún seguía atendiendo. Había sido sábado ayer, y se trabaja hasta el domingo a medio día.

- BRAD! - Grité

Todos los que estaban allí oyeron mi grito de desesperación. El volteó, esperando que es lo que yo iba a decirle. Corrí por el bar hasta llegar a él, lo besé.

- Me iré contigo, y...

- ¿Y?

- No volveré al bar.

Amy estaba cerca, muy cerca, lo vio y lo escuchó todo. Pude ver de reojo como su cara se convertía en una cara llena de odio y tristeza.

Brad se puso feliz de nuevo, fuimos por mis maletas a la habitación, le dije que me esperara mientras hablaba con Carime, claro,  debía renunciar.

- Hola? -Dije al entrar a su oficina.

- Si, pasa niña.

- Debo decirte algo, Carime.

- Ajá, dime.

- Es que... no voy a volver, renuncio.

Carime arqueó las dos cejas y me miró.

- ¡Vaya! Y eso por qué?

- Lo siento... no quiero seguir trabajando aquí.

- Está bien, entrégame el vestido y aquí tienes, ahora vete.

Oh, eso fue fácil -Pensé.

Me entregó un sobre con algo de dinero, me guiñó un ojo. Yo sonreí, sabía que en el fondo ella me quería un poco. Entonces volví con Brad, me esperaba en la barra con las maletas y salimos. Subimos a su auto. No sabía que tuviera auto. Me agarró la mano y la besó. Me sentí feliz, sabia que había tomado una buena decisión. Exceptuando el hecho de que Amy nos miraba como una maniática desde la puerta del bar. En fin, ella ya no era mi asunto, en el fondo sentí que  no la volvería a ver nunca.

Brad vivía bastante cerca al bar, llegamos a su casa, era grande. Tenía un perrito que lo recibió con mucha emoción y a mi también, era muy lindo, todo era muy lindo. Increíble.

- Muy bien mi bella, ahora que hacemos? Es domingo, tenemos todo el día.

- Bueno no lo sé... aunque, quisiera hacer algo. Quiero visitar a mi madre, la extraño.

- Esta bien, puedo llevarte.

Tomé una ducha primero, pero no la tomé sola, sino con Brad, fue perfecto todo. Y si bueno, puedo decir que hubo algo de sexo en la ducha.

Después fuimos a mi casa, bueno, la casa de mi madre. Me encontraba frente a la puerta y se me aceleró el corazón, no sabía con qué me iba a encontrar. Pero Brad me agarró la mano y me dio esa fuerza y seguridad que necesitaba. Eso era el para mí ahora, mi fuerza. Entonces toqué la puerta y abrió ella, mi mamá hermosa, como la extrañaba a pesar de todo. Ella se quedó mirándome, pensé que  me cerraría la puerta en la cara, pero no, me abrazó. Mi madre siempre estará ahí para mí, pase lo que pase, haga lo que haga. Me invitó a pasar y a Brad.

- Mami... perdóname por favor -le dije.

- Sabes que yo siempre te voy a perdonar, hagas lo que hagas mi pequeña. Y perdóname tu, por haberte dicho cosas tan feas la vez pasada y haberte echado de la casa... -Se le salieron las lágrimas

Empecé a llorar y la abracé.

Brad estaba ahí, sentado también en el sofá, sabía lo que estaba  pensando. El sabía que yo no era tan fuerte como aparentaba. 

El Diario De Una PutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora