Ya era tarde y debía irme a casa, Oh, espera, es verdad, no tengo casa. Pregunté por Amy y ya se había ido hace una hora. Entonces no tenía opción, debía ir a su apartamento por mis cosas, no quería quedarme un sólo día más allí, sería incómodo y no podría verla a la cara.
Salí del bar, era una fría madrugada, llovía, no se veía una sola persona por la calle. Caminaba lo más despacio posible, quería evitar lo inevitable. En realidad disfrutaba de la lluvia que se mezclaba con mis lágrimas, no sabía por qué lloraba, había cometido tantos errores que no sabía de cual lamentarme primero.
- Hola -Dijo Amy cuando entre a la sala.
- Hola
- ¿Quieres chocolate caliente? -Preguntó como si nada.
- Básicamente te mandé a la mierda y tú me ofreces chocolate caliente? ¿Es en serio? Osea...
-Suspiré- No puedo imaginarme lo que pasa por tu cabeza.- Me considero una persona madura, no voy a dejar de hablarte por lo que pasó ni te voy a sacar de mi apartamento. Además... No te creas tan importante, hay muchas mujeres por ahí, como para rogarte a ti ¿no crees? - Se rió, siguió tomando su chocolate y viendo televisión.
No entendía, no la entendía, pensaba que le importaba o no sé, ya no sabía que pensar de ella.
- Es mejor que me vaya. -Dije.
- Y a donde irás? Aaaah sí, donde tu esposo - rió más fuerte- Entonces vete, nadie te está obligando a quedarte.
Fuí por mis cosas y al salir la miré, las lágrimas se le salían de los ojos, lloraba en silencio, pero ella seguía tomando chocolate y viendo la tv, pero ahora la tv estaba apagada, ella seguía mirándola aún así. Salí, cerré la puerta y me quedé un momento ahí de pie, y si, escuché su llanto.
- Lo siento!! - Grité a través de la puerta y baje las escaleras.
Lo siento, lo siento... Seguía susurrando mientras caminaba hacia no se donde. Volví a pasar por el bar, ya no llovía. Me encontré a John, apenas estaba cerrando. No quería que me viera.
- Hey! Hola. -Si me vió.
- Hola -Respondí.
- ¿Que pasá ? Te veo triste. ¿Por qué estás por aquí a estas horas?
- Estoy bien, gracias. Voy hacia... -Mire a la oscuridad de la calle y me quedé en silencio.
- No tienes a donde ir, ¿verdad?
- Verdad.
- Ven, vamos a mi casa.
- Oye no, no quiero ser una molestia, en serio no te preocupes, gracias.
- No seas tonta, vamos.
Me agarro del brazo, cogio mis maletas y me arrastró dos cuadras.
- Llegamos. -Dijo y abrió la puerta.
- ¿Vives sólo?
- Si, obvio.
No, no era obvio, pensé. Hasta ese día no me había fijado bien en John, no había tenido gran relevancia en mi vida. ¿Quien era realmente? Para mi era sólo el que servía el licor.
- Siéntate, traeré una toalla.
Me senté en un sofá que había en la sala y mientras el buscaba la toalla en un clóset cerca de ahí, empecé a observarlo, en verdad era guapo, era un poco alto, tenía un muy buen físico, piel morena y una barba que lo hacía ver un poco mayor. Si, era muy guapo. Pensé.- Aquí tienes -Me entregó la toalla.
Mientras me secaba miraba a todos lados, era una casa muy bonita y grande. John me llevó a una habitación donde iba a dormir, era grande y tenía baño.
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El Diario De Una Puta
RastgeleTahia es una joven que desde muy pequeña tuvo aspiraciones un tanto raras y una de ellas era convertirse en una buena prostituta.