Capítulo 2.

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«Que salvará aquello que podría desaparecer en el caos».

Y así, los años empezaron a pasar, mientras la no-muerta recordaba cada detalle importante, que ahora entendía, gracias a la extraña elfa de nombre Galadwen, y la pequeña gnoma-dragón de bronce, Chronormu.

Después de su tercer regreso a la no-vida— cuarto regreso al plano de los mortales si contaba con su primera muerte— el primer cambio que le indicó que en verdad ya no estaba en la línea de tiempo en la que murió gracias a Greymane, se dio al momento que llegó a Orgrimmar minutos después de, literalmente, resucitar.

Las calles polvosas de la ciudad orca estaban abarrotadas de Taurens y Trolls, Sin'dorei, y orcos, contemplando con evidente felicidad como los vestigios del reinado de Garrosh Hellscream, estaban siendo destruidos. Sin saber, soltó un suspiro de alivio al ver que no quedaría ni un vestigio de ese maldito orco supremacista. Como logró suponer, se trataba del anuncio del Warchief sobre la situación, y el papel que la Horda en general tomaría en esa guerra contra un enemigo tan...imponente.

Días después, se encontró en territorio neutro, en medio del debate entre la tregua temporal entre las facciones. A su derecha estaba Lor'themar, y Baine. Thrall estaba ausente, aparentemente el orco estaba perturbado por haber tenido que eliminar con sus propias manos al insecto de Hellscream, asi que en su lugar y a su izquierda, estaba el Alto Señor Supremo, Varok Sarfaung, representando a los orcos.

La discusión entre el rey humano y el troll inició algo hostil, Varian siempre desconfiando, con la mirada oscura, bestial, típica de un predador, y Vol'jin, usando su astucia para llevar la conversación hacia el problema principal.

Anduin Wrynn, el mocoso que ya estaba dejando atrás la mocedad, puso una mano en el hombro de su padre, y este pausó y suspiró. Así que padre e hijo habían llegado a un acuerdo, quizás, hasta a espaldas de los demás líderes de la alianza.

Logró verlos a todos. El más perturbado, parecía ser el Profeta, ante la mención de la Legión. Genn Greymane por su mirada bestial, estaba que se moría de las ganas de llenarse de pelo y clavarle los colmillos en el cuello. Torció una sonrisa siniestra, logrando arrancar un gruñido del lobito.

Los más distraídos, en parte, parecían ser los kaldorei. Y ella sabía la causa del estado de la pareja. La tenía de frente y en medio de ellos, con el cabello plata, ojos violetas y vestimenta blanca, con una sonrisa amplía y llena de coraje en el rostro, con ese extraño arco a la espalda. Delune. Ambos la miraban con preocupación. Ver esa faceta en la elfa kaldorei mayor era extraña, en su...línea original, si es que podía llamarla así, jamás habría pensado en ver a la sacerdotisa Whisperwind, en el papel de madre.

El estúpido Troll, en medio de la reunión asignó a Sylvanas y sus no-muertos a la vanguardia, tal como la ocasión anterior, sacando de entre los baúles del pasado, una memoria que sólo le hizo hervir la sangre. La traición de Varitmathras.

— Tenéis experiencia en lidiar con demonios, Dama Oscura. En este momento, la necesitamos.

Todos los presentes le observaron, entre interrogantes y llenos de odio, esperando que diera su respuesta.

— De acuerdo...— Sylvanas, totalmente lo opuesto de la vez anterior que sólo movió la cabeza en gesto afirmativo, tomó la palabra, desafiando con la mirada carmesí al troll que le enviaba una mirada fría. Del otro lado, recibía un asentimiento de la elfa Galadwen, una mirada esperanzada— Vol'jin tiene razón en una cosa... Sé lidiar con demonios, y sé, que pueden ser...tramposos. Así que, ante todo, quiero hacer un acuerdo rey Wrynn.

Varian sólo le observó, con cautela, como un lobo. Anduin al ver que su padre permanecía callado, hizo un ademán para que continuara. Tal parecía que el pequeño leoncito llevaba la voz cantante en ese momento.

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