Capitulo 13.

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«Y nada, un día despiertas, y descubres que aquello que intentabas proteger, fue destruido por tu culpa, por tus acciones, por tu sola presencia. Ya decir un: y sí hubiera, es inútil».

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El grupo de cinco magicino  apareció a las afueras de Silvermoon en un refulgente destello de luz.

La joven viajera lanzó un quejido lastimero en el momento que su cuerpo impactó contra la fría piedra clara, mientras con su mano enguantada intentaba detener el sangrado que manaba de su abdomen. Su visión llena de rojo y dorado, colores característicos en la capital de Quel'Thalas le hicieron sonreír, la extraña sensación de ahogo disminuyendo exponencialmente, e incluso, el dolor aminorando un poco.

El sonido metálico de la daga ensangrentada resonó a su lado, las runas doradas apagándose ante la falta de contacto. Gilliam, junto a los tres erpheanos que rescataron quedaron inconscientes por el exceso de fuerza provocado por el viaje vía Piedra de Hogar.

La teletransportación es un asunto serio. Nadie mejor que un hada de luz lo sabe. En ocasiones u ejecutadas de mala manera, sin el catalizador correcto. O incluso, como una trampa, puede ser mortal.

Exploradores de las fuerzas forestales de Quel'Thalas no tardaron en llegar al lugar, de seguro, atraídos por la luz... sólo para ver a la que parecía ser, una rogue humana, con cuatro personas, humanos, alrededor de ella. De inmediato apuntaron sus arcos en contra, posturas rígidas, cuerdas tensas. Obviamente para ellos, si eran humanos, eran claramente pertenecientes a la Alianza y aunque no estuvieran en inmediata hostilidad, no podían permitir posibles espías en tierras élficas.

— Oh, mierda. Hey. ¿Podéis darme una mano, quizás, una audiencia con Lord Regente Theron?— murmuró la rubia, en el idioma común que se hablaba en ese planeta.

Las armas seguían apuntándole, los ojos de uno se entrecerraron al ver su abdomen ensangrentado. El hada cerró los ojos, mientras seguía esforzándose por seguir respirando, estaba realmente agotada, en cualquier momento podría perder el conocimiento. Abrió los ojos y a pesar del dolor, miró a los elfos con frialdad.

— ¡Si no hacéis lo que os pido, veréis la furia de Solaria sobre vuestras cabezas!

Los hombres empezaron a murmurar entre ellos, obviamente en thalassiano, idioma que Stacy no logró entender por más que lo haya estudiado durante años, por más que una de sus maestras fuera la famosa Sanguinar. El cómo Galadwen consiguió que la faldera de Wrynn se interesara en entrenarle, estaba más allá de su entendimiento.

La cuestión es que, su fuerte no eran los idiomas azerith, con costo manejaba el común además de los algunos magicinos. Erû, simplemente los idiomas élficos no eran el fuerte de Stacy, y eso que habían cosas en solaria con rúnico élfico.

— ¿Solaria?— murmuró uno de ellos, al que reconoció de inmediato. Cabello rubio, largo, cinta azul en su frente al igual que partes de su armadura, portando el arco llamado Thori'dal… se trataba de más ni menos el General Forestal, Halduron Brightwing — ¿Sois de los aliados del otro lado?

— ¡Si, si...coño, no tengo tiempo, tengo una herida, estoy sangrando, duele como los mil demonios, me voy a morir y necesito avisar a Theron que hemos tenido un avistamiento de Budarthil, maldita sea!

La última parte llamó la atención del General Forestal. Budarthil, era un tema recurrente en las reuniones entre las facciones élficas del mundo, al que asistían también varias personas influyentes del otro lado. La llamada amenaza estaba haciendo estragos en Kalimdor, Astraanar era testigo de un par de esos ataques, Hyjal otro punto y en Quel'Thalas habían rumores de avistamientos de acólitos aliados a esa Gul'dan wannabe.

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