Paradoxus

Capítulo 20.

«En ocasiones debemos tomar las decisiones más difíciles por el bien mayor. Y el mundo te odiara por hacerlo».

*Tiempo Presente, año 890*

Operación, código 23-78, sector 564, región 3, en algún lugar de Pakistan.

Snotra Bergström, un hada domini que habitaba desde hacía 10 años en el tercer planeta de la estrella llamada Sol por los locales, (Cypher Luxus, por los magicinos), motivos varios y que únicamente Nebula, la reina de las hadas terrestres conocía... vagamente, caminaba en compañía de tres hadas terrestres, Charlotte Finnigan, Giulia Belucci, e Isabel Castellón, en medio de las calles de esa ciudad pakistaní, haciendo uso de la vestimenta obligatoria en ese sitio. En su caso, un Niqab.

Ojos verde esmeralda escaneaban la zona, recibiendo las miradas extrañas de los nativos, miradas variadas, miradas vacías que le provocaban repelús.

Horas antes, el sistema de rastreo conectado a líneas ley en Tir Nan Og, había recibido la latente señal de un posible despertar en esa zona.

La misión se llevaría a cabo en tres pasos:

Infiltración, como primer punto.

Algunas zonas eran peligrosas, para el objetivo, para el equipo de rescate. Ya había avistado en una ocasión lo que el miedo a lo desconocido provocaba. Cerró los ojos, soltando un suspiro. Podía jurar, que seguía resonando en sus oídos el sonido de los disparos. Demasiada sangre derramada por el miedo, era algo que no podía perdonarse, su primer misión fallida.

El segundo punto: La Extracción del objetivo.

En ocasiones, era fácil. Lanzar una bomba de humo e ingresar, usando un incremento ligero en su velocidad, al ralentizar el paso del tiempo a su alrededor, truco que aprendió luego de un evento que casi le cuesta la vida. En otras era difícil, el objetivo podría estar encerrado, en otra ubicación, o como el caso anterior, sentenciado a muerte por su naturaleza, gracias a la ignorancia y el miedo.

Tercer punto, relocalización.

En ocasiones, tomaba gran tiempo explicar y hacerles entender a las jóvenes rescatadas, que no eran fenómenos, no eran pecadoras, no eran monstruos... Que eran personas, como los demás, sólo que su genética les permitía manipular lo arcano, y con ello podían hacer muchas cosas. La gran mayoría eran ubicadas bajo la jurisdicción de alguna de las hadas mayores, siendo Aurora una de las más populares, el extremo norte invitaba a olvidar un poco.

El cuarto punto: Reubicación en Magix. para aquellas que quisieran dejar el planeta. Eso, lo dejaba en manos de la embajadora de las hadas terrestres en Magix, y actual duquesa de la región de Vistucy en Eraklyon, Lady Catherine Valadhiel.

Decir que esa era la opción más solicitada, era resaltar lo obvio. ¿Quién querría quedarse en un mundo tan… decadente? Un mundo encausado a la guerra en medio de sus propias e inútiles formas de gobierno? En los egos de jefes de estado que dirigen y envían a sus ciudadanos a morir mientras estos están ocultos como pequeñas ratas en lugares seguros? Ah, el deshonor de los actuales era repulsivo ante los ojos de Snotra, tantos sacrificios y en lugar de hacerlo en pro del bienestar, lo hacen para enaltecerse a sí mismos y sus frágiles egos.

Las hadas terrestres sabían que era mejor huir a Magix, ahora que tenían la oportunidad. Si, Magix tampoco estaba tan bien, pero eso era por asuntos externos a la dimensión, no internos. Los internos, las Winx se habían encargado de eliminarlos hace muchos años.

Magix pasaría por momentos duros, pero se volvería a alzar. Siempre lo hizo, siempre lo hará.

Alzó la vista al cielo, mientras el frío le calaba, y la trepidante emoción, combinada con el típico temor, que aparecía cada que estaban más cerca del paso dos, se posaba en su pecho. Paso, paso, el movimiento de la tela oscura, era lo único que le incomodaba, no por ser de ese tono, su guardarropa consistía en gran mayoría de tonos oscuros, dejando de lado los tonos azules y verdes que usaba antes de la mudanza. Su incomodidad, era por lo que la pieza representaba. Opresión.