Recuerdos.

365 32 2
                                    


-Ya, vamos, bótalo todo. Así vamos... vamos... ¿Eso es todo? No lo creo, vamos, tienes que vomitar ya porque te va a dar un coma de no largar esa porquería.

Ahí estaba mi hermano pequeño, arrodillado intentando vomitar todo el alcohol que había consumido. Tenía todo el maquillaje corrido, parecía una prostituta con esas pintas. Tenía un hermano que encima que usaba maquillaje, cuando estaba ebrio parecía una prostituta. ¡Oh! Pero no cualquier prostituta, una tailandesa. Si, una prostituta tailandesa. Me entre a reír por lo bajo y Bill volteó a verme.

-...De... De qué... te ríeeeees...- Se encorvó, haciendo fuerza para vomitar. Lleve mis manos hacia su pelo, sosteniéndolo, pero que buen hermano que era. Estuvo varios minutos haciendo arcadas y amagando a vomitar. Pero nada salió.

-Valla, valla, hermano. Ya me está aburriendo este papel de sirviente. No recuerdo cuando fue el último finde de semana donde no estuve toda la madrugada sosteniéndote el pelo mientras vos vomitabas.

Intento con todas sus fuerzas girar la cara hacia mí, pero estaba tan borracho que le costaba moverse. Sus ojos estaban completamente rojos por la fuerza que hacía por vomitar, y algunas pequeñas lagrimas amagaban con salir de ellos.

-¿Nada todavía?.- me quejé. Tenía un sueño de la puta madre y no podría irme a dormir tranquilo sabiendo que al borracho podrían parársele los pulmones si se dormía.

Arqueó su espalda, inclinándose más aun sobre el retrete, posando sus brazos completamente sobre el borde de este. Una cantidad asquerosa de saliva comenzó a caer de su boca, teniéndose de rojo... ¿Estaba escupiendo sangre? Dios, Manzo desastre de hermano me había tocado.

Observé como relajaba su cuerpo, sin limpiarse la saliva ni nada, y apoyaba su cabeza sobre su antebrazo izquierdo.

-No,nonononononono. – Me levanté de la bañera y me arrodillé a su lado. Se le iban los ojos hacia atrás. ¡Se estaba durmiendo el muy idiota! -Vamos Bill. Vamos, despiértate. Vamos.

Zarandee su rostro sin respuesta alguna y su cabeza cayó a peso muerto sobre mi mano, y con ella su cuerpo comenzó a caerse flácido al suelo. Mierda que le agarraba un coma. ¡A mi estúpido hermano le iban a meter un tubo por la puta laringe si lo lograba hacerlo vomitar!

No puedo creerlo, no puedo creer que este por hacer esta estupidez. ¿Me iban a dar un premio al mejor hermano del mundo? ¡Espero que esté forrado en oro! ¡Me merezco más que un estúpido premio!

Puse los ojos en blanco.

Agarré su cabeza, y sin pensarlo dos veces, le metí los dedos, tocando su campanilla con fuerza, intentando lograr que vomite todo ese veneno de una vez por todas.

Bill, abrió los ojos de golpe y comenzó a vomitar a montones, logré correr mi mano de ahí justo antes de que la cascada de vomito llenara por completo el inodoro.

Diaj. Pero qué asco, que olor a mierda. Y que porquería toda esta situación.

Cuando mi hermano terminó de vomitar, y luego de ver su mirada furibunda intentando mantener sus ojos abiertos, lo cargué hasta la cama.

-...Tom...- Escuché por lo bajo, me di media vuelta buscando en la oscuridad de su habitación sus ojos, pero no los vi. ¿Me había llamado? Cuando atiné a irme otra vez, lo escuché.

-...Tom...- Me volví hasta él para escucharle mejor. -...Gadsias... gadssiasss....

Me reí por lo bajo de su mala forma de hablar y me fui de su habitación. Debía limpiar el puto baño para que mamá no se enterara del desastre que tenía por hijo. Menos mal que nosotros dormíamos arriba y ella abajo en el fondo del pasillo. A que cuando lo viera así o se me moría de un infarto o lo internaba en esos lugares de alcohólicos anónimos. ¿Acaso debería?

Intenté recordar cuando fue la última vez que mi hermano había vuelto sobrio y temprano a casa en un fin de semana. Y ahora que le estaba dando vueltas al tema, últimamente hasta venía ebrio algún que otro día de semana. Y todo por esos amigos nuevos de la facultad que se había hecho. Esos drogones. Porque era lo que eran, drogones, toda la facultad lo sabía, todo el internet lo sabía, los dioses de todas las religiones lo sabían. Creo que hasta en sus lapidas diría... "Aquí yace el más drogón del universo". Bufé.

Me sentía jodidamente culpable.

No me encontraba fregando con lavandina cada asqueroso rincón del estúpido baño, intentando sacar el olor a vomito a toda costa porque me gustaba. Lo hacía por pura culpa. Era mi culpa que mi hermano se la pasara con esos drogones todo el día.

A principio de año, en el comienzo de la facultad, Bill y yo habíamos tenido una pelea. Una de las fuertes, no de esas donde nos tirábamos con platos y sartenes, y que, al otro día, ya nos codeábamos y moríamos de risa. No. Esta pelea había sido de las fuertes. Bill nunca tuvo muchos amigos y eso empezó a volverse un problema en la facultad, yo me había hecho amigos por mi cuenta y él no paraba de intentar volvérselos sus amigos también, no era que me molestara compartir cosas con él, o sea, habíamos compartido el útero de mi mamá. Pero... No sé qué ocurrencias tuve ese día para sentirme tan fastidiado con él y discutimos. Estuvimos una semana sin hablarnos y luego cambio su turno de cursada al de la tarde. Cada uno comenzó a tener horarios diferentes y luego como si nada, volvimos a la normalidad. Bueno... No del todo. Me hubiese gustado haberle compartido mis estúpidos amigos, eran buenos. Eran sanos. Estudiaban. Trabajaban. ¿Comían sano? ¿Hacían ejercicio? Yo que sé, eran tipos normales. Me daban ganas de golpearme la cabeza con la escoba porque juro por dios que no logro recordar el motivo por el cual me molestó que Bill intentara meterse en mi grupo. Ya, de seguro algún que otro problema psicológico oculto en mi inconsciente. Cosas que Freud disfrutaría estudiar. Luego de que Bill se pasara al turno tarde, sin mí, sin nadie conocido, comenzó a hacer lo que sea para gustar a la gente. Él no solía caer muy bien, ya que con las pintas que tenía, (Me refiero al maquillaje, sus pelos parados, las uñas pintadas y esas cosas de mina que le gustaba ponerse) mucha gente no solía siquiera mirarlo. Muchos le ignoraban y le consideraban un "rarito". Gente estúpida para mi gusto. Gente sin cerebro que juzgaba las apariencias. Pero eso nunca importó. Porque siempre estaba yo para hacerle compañía. Aunque ahora, la única compañía qué lograba darle era durante la madrugada en las noches en las cuales volvía borracho hasta la médula y manteniéndome en vigila viendo que no muera en su cama inconsciente.

Terminé de trapear y suspiré. Agotado. Estaba agotado y preocupado como la mismísima mierda. Tenía miedo de que un día de estos Bill ya no volviera inconsciente. Sino muerto. 

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now