Recuerdos.

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Eminem sonaba a todo volumen escaleras abajo, y gritaban como gatos en celo, diciendo no se qué cantidad de estupideces ya que no podía oírlos claramente. Mansa manga de ebrios. ¿Debería estar de fiesta yo también? Seguro. ¿Debería estar garchando con alguna rubia de tetas grandes? Por supuesto. ¿Qué hacía estudiando? No lo tenía claro. Agarre mi teléfono, eran la 1 am. Hacia 3 horas desde que la "fiesta" de abajo había empezado y se ponía cada vez más ruidosa. Me estaba dando hambre y no me había traído nada. ¿Georg estaría despierto para hacer algo hoy? Lo dudaba, el muy gobernado se reservaba los viernes para estar con su novia. ¿Devon? Quizá Devon tendría ganas de ir a algún bar o algo así... De todas maneras, no quería dejar la casa sola con los engendros de abajo. Me preocupaba Bill. Si. Todos mis pensamientos terminaban siendo sobre Él. Bill siempre estaba en mi cabeza últimamente. Y no entendía por qué. No paraba de pensar en él. Quizá sea porque ya no estamos tan unidos como antes... o no lo sé. La conexión de gemelos seguro tenía algo que ver.

-¡Lo siento! – Mis pensamientos fueron interrumpidos por el tal Gustav, que había abierto la puerta de mi habitación, poniéndose rojo al instante al notar que yo solo llevaba puestos mis boxers. Me gustaba estudiar en boxers. ¿Qué problema había?

-¿Te puedo ayudar? – Le pregunté de mala gana. Girando mi silla de escritorio hacia él. Me daba risa, no levantaba la mirada del suelo. – Me podés mirar, no muerdo, no tengo nada que vos no tengas.

Levanto la mirada y se posiciono los lentes como un acto nervioso inconsciente. Me reí. Noté que estaba ebrio.

-¿El... el...? – ¿Estaba tartamudeando? ¿Enserio? Sonreí.

-El baño esta al fondo a la derecha. –Le interrumpí. Asintió con la cabeza y se fue cerrando la puerta. Repetí la situación en mi cabeza y me reí por lo bajo. Que bizzarro era todo. Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Devon. Del cual recibí respuesta al instante.

-¿Queres venir a casa?

-Mejor venite vos, y le decimos a Kendall y Jena que se vengan para acá.

-Me quedaría más tranquilo si vinieras para acá, mi hermano está dando una fiesta y no le confió la casa con esos Yoonkis por todos lados.

-¿Enserio los llevo? ¿Y tu mamá que dijo?

-Esta fuera de viaje. No lo sabe.

-Dejame ver si me puedo llevar el auto y voy.

-ok.

Mi estomago rugió, y mi garganta estaba seca. Okey debía bajar para buscar suministros. Me calcé el pantalón y me fui escaleras abajo. Me sorprendí al ver la puerta de entrada abierta, con varias personas sentadas afuera fumando. Bueno al menos Bill recordó que teníamos una madre anti-cigarrillos. Miré hacia donde el chico rugbier estaba fumando su cigarrillo, estaba dentro del living y mi fe en Bill se perdió por completo. Las luces estaban apagadas, y la música estaba demasiado fuerte. Vi botellas perdidas por todos lados, había mucha más gente que hacia unas horas, y había... ¿Chicas? Y de las lindas. ¡Pero que culo tenía la morocha! Sacudí mi cabeza, volviendo a concentrarme en la escena frente a mí. Y note algo curioso, parecía estar medio mundo en mi casa, pero en ese medio mundo mi hermano no estaba ni en fotos. Puse los ojos en blanco y me acerqué al rugbier. Me miro con asco y le devolví la mirada.

-¿Y mi hermano? – Me lanzó el humo del cigarro en la boca, y hasta que no me trague el horrible olor no me percate de que era de todo menos un cigarro. Eso era un porro.

¿Did you still remember me?Where stories live. Discover now